APOSTAR a que la final de Copa de este año va a salir de lo que ocurra en las dos eliminatorias de hoy no parece que sea propio de mentes calenturientas o de los deseos de un hinchismo con más fervores que argumentos. Por supuesto que la carga azarosa de este juego llamado fútbol es considerable, pero no resulta descabellado dar al Barça como finalista frente al vencedor de esa eliminatoria que dilucidarán Valencia y Sevilla y que también se libra hoy en su primer asalto. Como los cruces están establecidos, el bombo se quedó ya sin protagonismo y éstos sólo se encontrarían en la final, pues casi final habemus.

Dando por obvio que el Barça va a desembarazarse de su vecino de localidad, el interés mayor de esta Copa se centra en la eliminatoria que enfrenta a los dos últimos ganadores del torneo del K.O. Tanto Sevilla como Valencia alzaron las dos últimas copas tras derrotar al Getafe, pero es que en esta combinación no caben sólo los valores históricos, más o menos recientes, sino que andan a la greña en el torneo de la regularidad. Ambos en Territorio Champions, el Sevilla le saca cuatro puntos y un solo peldaño a su rival de esta noche, por lo que nos estalla en la cara una igualdad a un muy alto nivel, a ese nivel en que las igualdades aportan más atracción.

Por supuesto que todos tienen su corazoncito y que si el bombo tuviese aún algo que decir no podría determinarse tan a las claras que la final saldrá de los que empiezan esta noche. El Barça es el Barça y tal como anda, ¿quién le tose? El Sevilla o el Valencia, el que pase a semifinales, se encontraría con dos rojiblancos de zona media como Sporting o Athletic Club que, en condiciones normales, no deberían constituir obstáculo a tener en cuenta. Claro que luego puede surgir el Betis, o el Mallorca, como chino en el zapato del Barça. Estupendo, el fútbol seguiría con su plus de incertidumbre, pero ¿a qué es más que posible una final Barça-Valencia o Sevilla?