LA odisea que cualquier consumidor debe afrontar en la actualidad para adquirir un producto de máxima calidad con el sello ibérico puede tener los días contados de prosperar el proyecto de decreto elaborado al respecto por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Este texto, en síntesis, diferenciará por fin de forma nítida el cerdo ibérico puro del cruzado y distinguirá también el tipo de alimentación del animal. Estas categorías serán las de "bellota con un porcentaje de ibérico" (para aquellos ejemplares criados en dehesa sin aporte de pienso y con más de un 50% de pureza de raza) y la de "cebo con un porcentaje de ibérico" (reservada a los cochinos, con un mínimo también del 50% de ibérico, pero criados fundamentalmente a base de piensos de cereales y legumisosas). Este panorama impedirá situaciones como las presentes, en las que animales de rápido crecimiento, que únicamente poseen un 25% de ibérico y alimentados con piensos en explotaciones intensivas llevan el sello de ibérico, provocando no sólo una situación de competencia desleal, sino una confusión total entre los consumidores. El decreto, que viene a satisfacer la mayor parte de las aspiraciones de los productores de la Sierra de Huelva, del Valle de los Pedroches y también de la Sierra Norte sevillana, hace justicia a aquellos ganaderos que se vienen preocupando por ofrecer jamones, paletillas y otros derivados de primer nivel de aquellos otros que, aun comercializando productos de una calidad más que aceptable, priman la cantidad. En otras palabras, no todo pata negra es un pata negra de verdad. Queda todavía camino por recorrer. En primer lugar, porque las presiones que el ministro Miguel Arias Cañete ha recibido a raíz del texto presentado se intensificarán en las próximas semanas, especialmente por parte de la patronal Iberaice -donde se aglutinan los productores no andaluces- y porque el decreto debe pasar aún por el tamiz del Consejo de Ministros, donde las sensibilidades territoriales expuestas pueden hacerse presentes.