La Sevilla del guiri

John Julius Reel

Paz y tranquilidad en la playa

OCTUBRE en Ogunquit, Maine, un pueblo de verano de la región noreste de EEUU. Mi mujer y yo estamos de vacaciones, sentados en la playa, vestidos para otoño, aunque hace un tiempo buenísimo. Sólo nuestro niño de 18 meses, llevando su pañal nada más, puede disfrutar del agua y del sol.

Mi mujer, que es más de playa que un chanquete, mira arriba al sol brillante y después abajo al vestido oscuro que lleva.

-Me siento como una marroquí.

No hay ni un biquini a la vista, y la mayoría de las mujeres llevan pantalones cortos sobre sus bañadores.

-Como ves -le digo-, encajas muy bien con las demás mujeres.

Sacude la cabeza.

-¿Qué pasa con esta gente? ¿Están de luto?

Mi mujer, según mi punto de vista, es de muy poca ropa en general. Anda por casa vestida como una de los Ángeles de Charley. Cuando dice: "Voy a ponerme cómoda", significa que, si alguien toca al timbre de casa, tendré que impedir que abra la puerta para no armar un escándalo en el rellano. Antes del viaje, le advertí que iba a tener que llevar ropa más discreta mientras nos quedáramos con mi familia. Por eso, por primera vez en su vida, lleva ropa a la playa que cubre más que expone.

-Menos mal que hemos olvidado tu bañador en casa -le digo-. O mejor dicho, tus tres parches para el ojo, llamados bañador por ti. Habrían avisado a la Policía.

-¡Que país mas esaborío!

-La palabra es desaborido. Y más precisa sería decir pudoroso. Las andaluzas sois despiadadas. Sólo un superhombre puede disfrutar de, por ejemplo, construir castillos de arena con sus niños pequeños mientras, a diez metros de distancia, hay dos muchachas jugando a las palas, sus pechos hermosos, morenos y desnudos moviéndose más que la pelota.

-¡Vaya tela! Hermosos, morenos, saltando como pelotas. ¿A diez metros de distancia, puedes ver todo eso? ¿Y después necesitas gafas para conducir? Pues, te digo una cosa. Cuando veo a un muchacho joven y guapo, ¿tú qué crees, que no me anima? ¿Tú por qué crees que todas las madres llevan a sus niños a ver una exhibición de bomberos?

-Lo que quiero decir, cariño, es que las muchachas de Andalucía son físicamente explosivas. Mérimée situó Carmen en Sevilla por algo, ¿no? Se puede ver perfectamente esta belleza mediterránea incitando a un hombre a matar. Por eso las andaluzas deben ir a la playa muy bien tapadas, por lo menos en sitios más familiares, como por ejemplo Chipiona. . .

-En Chipiona, muchachas explosivas no verás. Encuentras todas las marujas de Sevilla.

-La última vez que fuimos a Chipiona pasé todo el día mirando la arena. Hacían gala de sus tetas como si fueran trajes de flamenca. Y fuiste tú parte del espectáculo. No había ningún respeto para la gran debilidad masculina.

-Lo que quieres decir es que no había ningún respeto para el puritanismo americano. Sois como adolescentes ante una mujer en topless en la playa.

-¡Los españoles están más calientes que yo! No se quejan porque son masoquistas. Pero yo voy a la playa buscando diversión sana y me gustaría que las andaluzas, supuestamente tan entregadas a la institución de la familia, se comportaran con un poco de discreción. Aunque un hombre tenga una mujer y niños, no significa que no tenga sangre en las venas.

-¿Sangre en las venas?

-Siempre en broma. Utilizando el sexo para poner al hombre en ridículo. Pues me da igual. Me prometí después de aquel día en Chipiona que nunca más fingiría indiferencia ante la desnudez femenina, que te diría, sin dudarme o avergonzarme, que preferiría cambiar de sitio.

-O de mujer.

-¡El otro recurso fácil de la mujer! Se hace la víctima. Pues no voy a sentirme culpable. En la playa, las culpables son muchachas como tú, dándose aires de ser liberales y abiertas, pero incapaces de poneros en el lugar del hombre. Pues aquí, gracias a Dios, las muchachas son más consideradas.

-Ahora entiendo perfectamente por qué el pecho de Janet Jackson montó tanto escándalo en tu país, y el auto de fe representado después de que pillaran el presidente Clinton con su secretaria.

-No fue el pecho de Janet Jackson lo que me ofendió, fue cómo lo utilizó para llamar la atención. Tanto cinismo en una artista tan amada me parece feo. En cuanto a lo del Bill Clinton, no fue pillado con su secretaria, sino con su becaria. ¿Cómo no me va a dar asco cuando el líder de mi país está dispuesto a arriesgar su dignidad, la dignidad de su puesto, de su país y de su mujer, y por supuesto sus metas mientras en el cargo, por la cual supuestamente fue elegido, por echar una cana al aire con una pelandusca en el mismo sitio -la oficina oval- donde Lincoln liberó a los esclavos?

-Pues, a lo mejor él se liberó allí de su esclavitud. Su esclavitud sexual.

-¡Déjate de bromas! Tú y tus compatriotas tenéis que dar al sexo la importancia debida.

-No sé que decirte. Tan sólo que reces un avemaría en la playa para centrarte.

-Aquí, no necesito recurrir a remedios tan extremos.

-Pues, yo no puedo disfrutar de la playa llevando tanta ropa.

-Te estás sacrificando por una buena causa: la serenidad masculina.

-Pues en España, estás sufriendo por una buena causa también: la libertad femenina.

Le dejo tener la última palabra, para no perder esta oportunidad tan poco normal de disfrutar de la paz y tranquilidad del mar.

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