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la tribuna económica

Rogelio / Velasco

Petróleo, sector exterior y recuperación

DURANTE el pasado año, el barril de petróleo de referencia del mar del Norte (Brent), alcanzó un precio medio de 83 dólares. Durante el mes de enero de este año, superó la barrera de los 100. Ayer dio el salto hasta los 122. Esto representa un 40% de incremento desde principios de año.

La recuperación en buena parte de los países occidentales y, en las últimas semanas, las incertidumbres asociadas a los acontecimientos en el mundo árabe, han impulsado el precio de la primera partida de importación de la mayoría de los países occidentales.

España importó el pasado año petróleo y derivados por valor de 39.000 millones de euros, equivalentes al 3,55% del PIB. Las previsiones de los analistas para este año -antes de que desataran las convulsiones en el mundo árabe- apuntaban a un precio medio de 105 dólares. Los acontecimientos bélicos, sin embargo, han impulsado el precio.

Un petróleo a 105 ó 120 dólares el barril provocaría un salto en las importaciones de hasta 50.000-57.000 millones de euros, equivalentes al 4,5%-5,2% del PIB. O en otros términos. Por cada 100 euros que exporte la economía españolas, entre 26 y 30 euros se destinarían a la factura petrolera.

Estas cifras tan elevadas, evidencian la importancia que tiene la contención del consumo de petróleo y la evidente necesidad de diversificar utilizando fuentes no contaminantes más baratas y, en la medida de lo posible, de producción doméstica.

El que España difícilmente pueda soportar esa astronómica factura, resulta hoy aún más patente, si tenemos en cuenta la frágil situación de financiación internacional de nuestra economía. La economía española ha experimentado un espectacular ajuste en sus cuentas exteriores. En apenas año y medio, el déficit por cuenta corriente se ha reducido de más del 10% al 4% del PIB. Estamos haciendo los deberes, en este sentido, muy bien.

Sin embargo, las necesidades de financiación exterior -tanto públicas como privadas- siguen siendo elevadas. Incrementos en el precio del petróleo en el rango antes mencionado, elevan las necesidades de financiación o, de otra forma, se reducen las posibilidades de financiación a los sectores público y privado con nuestro ahorro interno, al ser transferido a gran escala al exterior para pagar la factura petrolera. Debemos pensar que el déficit de la balanza comercial equivale casi exactamente a lo que pagamos por el petróleo importado.

Las consecuencias de esa evolución del precio del barril son diversas. Pero ahora, sobre todo, importa el impacto en la recuperación. Si mantenemos el consumo de gasolinas y derivados al mismo nivel que el pasado año, la recuperación se retrasará, porque la transferencia de renta a los países productores significará menor ahorro interno disponible para financiar la actividad económica y menor consumo de otros productos y servicios producidos domésticamente.

Por estas razones, el Gobierno debería adoptar todas las medidas a su alcance -además de la reducción ya efectiva del límite de velocidad, aunque algunos lo hayan ridiculizado- para que el consumo de derivados del petróleo se contraiga de manera significativa.

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