Editorial

El Plan del área metropolitana

CON un notable retraso sobre el calendario prometido, y en un escenario económico radicalmente diferente al que imperaba en el momento de su concepción, la Junta de Andalucía ha aprobado esta semana el Plan de Ordenación Territorial del Área Metropolitana de Sevilla (Potaus), el documento que sienta las líneas de crecimiento y desarrollo de la llamada Gran Sevilla, la zona suburbana donde viven un millón y medio de personas y cuya entidad hace tiempo que superó los tradicionales términos municipales para convertirse en lo que los urbanistas denominan una misma unidad funcional. El documento, que como tantas cosas en Sevilla llega bastante tarde, se ha hecho por adición de los distintos estudios sectoriales puestos en marcha en los últimos tiempos, después de lustros durante los cuales la Junta dejó que el área metropolitana creciera sin orden ni concierto. En el fluctuante escenario de los últimos años en materia de legislación urbanística -se pasó de tolerar todo a imponer por decreto unos límites genéricos al crecimiento inmobiliario para después volver a abrir la mano ante las presiones de la patronal y los ayuntamientos- el Plan Metropolitano parece haber quedado superado antes incluso de nacer oficialmente. Esencialmente por el cambio de ciclo económico, que ha transformado lo que era un problema de exceso de ladrillo en una situación de parálisis casi total con importantes consecuencias en términos de empleo. Pese a ello, su aprobación hay que acogerla como una buena noticia: aunque no dará resultados a corto plazo (los ayuntamientos deben ahora adaptar sus planeamientos a la nueva realidad inmobiliaria), sus ejes globales están ya enunciados de cara a un futuro que, esperemos, implique cierta reactivación de la actividad constructiva. Lo llamativo, sin embargo, es que Sevilla haya tardado tanto en ordenar su cuerpo metropolitano. De ahí que la eficacia del Plan deba medirse más por la promesa de las administraciones de acometer inversiones en infraestructuras y dotaciones, que por la necesidad de limitar el crecimiento. La Junta deberá ser activa en este campo para poder evaluar si sus planteamientos son ciertos o apenas meros brindis al sol.

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