Amanecemos ya en la España húmeda y verde para unos días que servirán para lo que los cúrsiles a la violeta llaman desconectar, pero que tienen de todo menos de desconexión. Se trata de vivir de otra manera, pero sólo fugazmente, y punto, con la rebeca siempre a punto y el chubasquero en perfecto estado de revista por lo que pueda pasar. Y lo primero en este jueves primero de septiembre será ir a saludar a la Santina y también a Don Pelayo, aquel gran hombre que inició aquí una tarea que se culminó en Granada ocho siglos después. Un paseo por Covadonga como precepto obligatorio cuando se llega a esta parte de España para continuar a renglón seguido por la sidrina en Cangas de Onís junto al puente de Asturias. Es el principio de un tiempo que se antoja imborrable; al menos, a un servidor cada verano así se lo parece. España y, además, verde.