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Editorial

Podemos se coloca la máscara de la socialdemocracia

EL camaleonismo político de Podemos ha subido un grado al reivindicarse como la "nueva socialdemocracia". Desde su irrupción en la política nacional, la formación morada ha realizado un largo y desconcertante viaje que le ha llevado de proclamar, primero, que era un partido transversal en el que cabían todos los descontentos con la "casta" y el "régimen del 78" -independientemente de que fuesen de derechas o de izquierdas- para, posteriormente, escorarse en exceso a la izquierda con la intención de atraer a los comunistas de Izquierda Unida a una coalición que sabía indispensable para llegar a importantes bolsas del electorado que se le resistían. Ahora, el partido de Pablo Iglesias intenta apropiarse del término socialdemocracia en su asalto final para superar electoralmente al PSOE y hacerse con el trono de la izquierda española.

Además del sorpasso al PSOE, ¿qué es lo que busca Podemos al colocarse la etiqueta de socialdemócrata? Lo primero y más importante es respetabilidad política. Tras los excesos radicales de sus alcaldes y de las proclamas incendiarias de algunos de sus ideólogos, después de sus piropos al chavismo y a Otegi, la formación morada es consciente de que la palabra socialdemocracia apenas levanta el rechazo de nadie y sí mucha simpatía en las clases medias, profesionales y trabajadoras. De hecho, se puede decir que en Europa Occidental, tras la II Guerra Mundial, la socialdemocracia triunfó como modelo general del Estado de bienestar e, incluso, los partidos liberal-conservadores del Viejo Continente, como el PP en España, respetan y cuidan, aunque con enfoques y métodos diferentes a los de los partidos socialistas, algunos de sus logros más importantes, como la sanidad y la educación universales.

Sin embargo, son muchos los indicios que nos dicen que la nueva definición de Podemos tiene mucho de electoralista y que lo único que persigue es robar el máximo posible de votos a un PSOE con graves problemas. No sólo es el hecho de que vayan a las elecciones acompañados por el Partido Comunista, tradicional enemigo -a veces encarnizado- de la socialdemocracia dentro de la izquierda europea. Estamos, sobre todo, ante un imposible ideológico. La socialdemocracia española es partidaria de la OTAN, de la Unión Europea, de un capitalismo de rostro humano, del control presupuestario, de que la soberanía nacional reside en todos los españoles... ¿Podemos comparte estos principios? La respuesta es no. Afirmar lo contrario es engañar cínicamente al electorado.

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