EN ocasiones, el canal Teledeporte encuentra a su público, estableciendo unas sinergias sólidas que lo apuntalan como una de las ofertas destacadas de la TDT. Así debiera ser siempre. Pero no siempre ocurre. Hasta que finalicen los Juegos de Río, el canal tiene asegurado un puesto de privilegio en el mando a distancia de los espectadores.

Las cuotas de pantalla del Tour de Francia siempre le aportan alegrías. Con independencia de estas cifras, y centrándonos solamente en el goce que es capaz de generar el espectáculo que sus imágenes son capaces de generar, hay que reconocer que la aventura emprendida por los corredores el 2 de julio no puede ser más telegénica. Parece como si el Tour se hubiese inventado por y para la televisión. Aunque tuviesen que pasar muchos años de competición para que la técnica hiciese posible seguir las etapas desde el sillón de casa con calidad HD. Con la primera etapa, que arrancó en el impresionante Mont Saint-Michel, comenzó la liturgia. Narrada con la solvencia característica por Carlos de Andrés y Pedro Delgado, acompañados por ciclistas como Óscar Freire. Para quienes reivindicamos tanto los acentos del sur, cabría apostillar que a veces nos sobran los enfáticos plurales de Andrés ('esasa metasa, loso corredorese, lasa cumbrese, aquelloso rivaleses'), y nos preguntamos cómo sería ese mismo Tour, o cómo sería nuestra Vuelta, narrada en sanluqueño o jerezano, con las músicas de los comentaristas de una semana santa en la Campana o en la calle Larios. Pero la capital estatal del canal público está donde está, y al mandar Sant Cugat del Vallés, se habla lo que se habla y como se habla.

Por lo demás, ha sido imponente seguir Teledeporte durante esta semana, pasando de las carreteras secundarias francesas al Europeo de Atletismo en Amsterdam (en qué decorado más impresionante pusieron las pistas). Y todo en riguroso directo durante doce horas diarias.