DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Pongan caras a los números

17.094 personas se han quedado sin trabajo. Súmenlos uno a uno, pónganles caras e historias

El número de parados en Andalucía ha subido el pasado mes de agosto en 17.094 personas, alcanzándose los 831.612 desempleados. Los números, necesarios, son a la vez una forma de abstracción deshumanizadora. Sabiendo que se trampea con el paro y que existe la economía sumergida, lo importante es que 17.094 personas se han quedado sin trabajo y que 831.612 carecen de él. Súmenlos uno a uno intentando ponerles caras, historias, esperanzas defraudadas. Sumen una a una las personas maduras que se quedan sin trabajo con responsabilidades familiares y en el momento de sus vidas en que es más difícil volver a encontrarlo, a los jóvenes hartos de presentar currículos que tras hacer una carrera tienen suerte si trabajan en condiciones peores que las de los antiguos pasantes y aprendices, forzados a aceptar contratos basura. Y no me vengan con esas cifras con las que es tan fácil jugar. Habría que escribir, no sobre el paro, sino sobre los parados con la escritura polifónica de las novelas colectivas de Aleksievich y con la pasión de Unamuno por la intrahistoria, "la vida silenciosa de millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna".

Los tiranos desprecian el presente tanto como a los seres humanos concretos. Gobiernan para una masa abstracta, sacrificando esa minucia que son las vidas de los seres únicos, y para la historia que guardará memoria de su grandeza y les hará justicia. Hitler dijo a sus jueces tras el golpe de Estado de 1923: "No sois vosotros los destinados a pronunciar sentencias sobre nosotros; eso lo hará la eterna corte de justicia de la historia". Casi lo mismo dijo Fidel Castro cuando fue juzgado en 1953 tras asaltar el cuartel de Moncada: "Condenadme, no importa. La historia de absolverá". Sólo "ante Dios y la historia" respondía Franco.

Los demócratas, en cambio, no dejan las cosas para tan lejos. Responden día tras día ante sus electores y las leyes. Tienen mandatos limitados en el tiempo. Gobiernan (o deberían hacerlo) para el presente, para el día a día y el bienestar de los ciudadanos considerados, no como una abstracción -masa o pueblo-, sino una suma de libres individualidades, de seres únicos dotados de una dignidad personal absoluta. ¿Lo hacen? Pongan caras, historias, carne, sangre, a los números del paro.

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