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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

el medio centro

Carlos Izquierdo /

Preciado, Mel y las apuestas

Es posible que la falta de euros haya mantenido en el Betis a un técnico cabal que debía seguir con las riendas

MANOLO Preciado llegó al Sporting de Gijón un buen día del verano de 2006. Venía rebotado del Racing, su casa, donde fue y de donde se fue tantas veces por tantas cosas. El equipo asturiano estaba en Segunda desde 1998 y vio en el cántabro al hombre capaz de culminar el complicado camino que de retorno a la elite que tienen los históricos. Pese a las expectativas y al cuasi convencimiento, la primera temporada de Preciado en Gijón no fue buena. Lejos de ascender, el equipo quedó decimotercero en Segunda, más cerca del abismo de la Segunda B que de los focos de Primera.

Quién sabe si la paciencia de Vega Arango o los pocos dineros mantuvieron al técnico en el banquillo para, en la siguiente temporada, conseguir el necesario ascenso que busca todo club para sobrevivir en la jungla dineraria del humo futbolístico.

Desde aquel momento -tres años y medio ya-, no ha habido temporada que en las 10 primeras jornadas no se haya especulado con la destitución de Preciado. Sus comienzos de campaña suelen ser terribles, pero él sabe que siempre hay equipos peores que el suyo que terminarán por debajo. La grada es partícipe e incluso la junta directiva asume ya ese extraño balance que maneja el entrenador para dejar siempre al Sporting en Primera, objetivo prioritario de un club al que Europa le suena a sueño.

Tras otro comienzo made in Preciado, el Sporting, con 15 puntos, empieza a alejarse del descenso, con varios equipos por debajo. Un puntito por encima está el Betis, otro histórico que parece no tener aún asimilado cuál es su actual rol en Primera. Y eso pese a contar con un entrenador cabal que lo rescató del infierno y que sabe que hay peores equipos que su Betis en la categoría. Es posible que sea la falta de euros lo que haya mantenido a Mel en el banquillo, pero de lo que no hay duda es de que largarlo sería una apuesta. Y ya se sabe que con las apuestas sólo ganan quienes las fomentan.

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