NADIE lo va a admitir en público, y menos ahora, por la cuenta que les trae, pero entre algunos miembros del equipo municipal empieza a extenderse la creencia de que durante los próximos años de mandato va a ser un milagro poder despachar con el alcalde de forma habitual y con serenidad. Los múltiples cargos de Zoido y la inevitable -¿o no?- agenda protocolaria han convertido las reuniones de trabajo con el regidor en habas contadas, pese a las fotos oficiales. Una de dos: o la Alcaldía abre la mano y da más juego a sus concejales o algunos proyectos corren el riesgo de dilatarse en demasía. Habrá que elegir.

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