Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Pulseras

PARA la ternura siempre hay tiempo y Pulseras rojas la entrega con creces. Se llora algo, pero también se ríe. Bastante. Ha tardado en llegar a toda España la producción catalana de la que Spielberg producirá una serie en Estados Unidos (lo que no quiere decir forzosamente, a estas alturas, que vaya a ser un éxito por allá), y es una lástima que en Antena 3 no hubiera habido mayor confianza hacia este hospital donde se habla de cáncer o de anorexias sin tiritas para que se hubiera estrenado con mucho más personal ante el televisor. Pulseras rojas es de lo mejorcito que se ha grabado por la península en materia televisiva: tiene la ventaja del metraje, poco más de 45 minutos el capítulo, lo que permite más ritmo y más mimo realizador, sin tener que crear episodios de alargamiento fatigoso, con tramas amontonadas, como sucede en la mayoría de nuestras series. Duración limitada para una remesa limitada de temporadas, lo que invita a echar un vistazo como ha recompensado la audiencia .

Albert Espinosa, el creador de esta serie (sí, también de la película Planta 4ª de Mercero), vivió una juventud entre quirófanos, camas y enfermos. Perdió cosas, pero ganó tantas vivencias que han permitido que millones de espectadores conozcan otra visión de los hospitales. Al menos de los hospitales televisivos. Eso de "perder para ganar" es del propio Espinosa y su libro El mundo amarillo que les recomiendo aunque los lunes los dediquen a otras cosas que no sea ver Pulseras rojas.

Estas Polseres vermelles de TV3 (sí, en Canal Sur nunca han logrado hacer algo así) se grabaron en catalán y para el pase en Antena 3 se ha optado por un doblaje castellano de profesionales (en lugar de poner las voces los propios actores, como en TNT). Un doblaje que peca de finolis para un elenco adolescente de hoy. Si pueden, prueben la versión original catalana. Otro motivo para disfrutarla.

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