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Crónica Personal

Rajoy serena el debate

El Rajoy tranquilo que tanto irrita a sus detractores apareció de nuevo en todo su esplendor tras las semanas de infarto

Se le nota la madera política: no echa leña al fuego, sino que pone paladas de sosiego para serenar el debate. El miércoles fue día de tortas dialécticas; el jueves, con Susanna Griso, Mariano Rajoy dijo, sin esas palabras, que Rivera tuvo un calentón dialéctico en la sesión de control de gobierno y que él, como presidente de gobierno y del PP, se queda con lo que les une. Fundamentalmente, la necesidad de ir juntos, PP, PSOE y Ciudadanos para plantar cara al independentismo catalán.

Siempre según su opinión, las cosas van a seguir igual. Y por si alguien no se había enterado, volvió a explicar que el recurso ante el Tribunal Constitucional que le exigía Rivera no lo podía presentar el Gobierno, porque así lo habían determinado los servicios jurídicos del Estado, y que era una cuestión a plantear por los parlamentarios catalanes … y ya lo habían hecho. Los de Ciudadanos y los del PP.

El Rajoy tranquilo que tanto irrita a sus detractores apareció de nuevo en todo su esplendor tras las semanas de infarto, de preocupación, y de tristeza también, que le provocaron el caso Cifuentes y la decisión del tribunal alemán respecto a la no entrega de Puigdemont. El Rajoy que parece no inmutarse ante las situaciones límite, ante las encuestas demoledoras, ante el desafío independentista, ante unos Presupuestos en peligro y ante un socio de gobierno que no pierde oportunidad de buscarle las vueltas. En un momento determinado dijo que "mejor un gobernante tranquilo que estresado". Pues eso. Las encuestas no le perturban, recordó que en febrero del 16 eran muy malas para el PP y sin embargo incrementó escaños en junio mientras que el partido supuestamente vencedor, Ciudadanos, perdía varios en el camino. Se defendió de las acusaciones de corrupción de su partido señalando que los implicados han comparecido ante la justicia y varios de ellos conocen ya las celdas de las prisiones, mientras que en el caso Cifuentes su dimisión no estaba relacionada con su gestión como presidenta del gobierno madrileño. Lo más importante es como para tomar nota: está dispuesto a abrir "un proceso de diálogo en cuanto haya gobierno en Cataluña", aunque dejando claro que ese diálogo no supone que aceptará iniciativas al margen de la Constitución.

En cierto sentido Rajoy recupera su estrategia inicial: es lo que buscaba Soraya en sus negociaciones con Junqueras, pero se cruzó Puigdemont en el camino con su exigencia de que sin referéndum no se negociaba con el Gobierno, y se fue todo al traste.

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