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Bicheo por la TDT

fátima Díaz

Ramsay ataca de nuevo

HAY que reconocer que Gordon Ramsay es todo un personaje y que sus dos Pesadilla en la cocina (versiones británica y americana) son programas entretenidos. Así que el otro día zapeando llegué a Divinity y me encontré con él. Pensé, bueno, a ver a quién mete una bronca hoy el chef. Cuál fue mi sorpresa cuando comprobé que aquello no era su espacio de restaurantes. ¿Qué hacía Ramsay tanto tiempo fuera de la cocina? ¿Por qué estaba en la recepción de un hotel familiar enseñando a recibir a los clientes? Ramsay, culo inquieto donde los haya, ha decidido diversificar y ampliar horizontes, así que ahora también reflota pequeños hoteles estadounidenses en Hotel Infierno ¿Cuánto tardaremos en copiar el programa y que Chicote recorra las pensiones patrias renovando visillos y eliminando mesas camilla?

Ramsay, evidentemente, es de la opinión que no hay que tocar lo que ya funciona, así que Hotel Infierno sigue el mismo esquema que Pesadilla en la cocina. Ramsay aparece por el hotel, tiene unos cuantos problemas con la recepción y va a su habitación, donde la cama está destrozada o la colcha tiene unas manchas sospechosas. Pasa la noche como puede y empieza a rebuscar para identificar los problemas: nadie se ocupa de recibir a los clientes, la cocina del hotel (al parecer, es costumbre que allí la gente del pueblo vaya frecuentemente a comer a los restaurantes de los hoteles) sirve bazofia, el personal está desesperado, el dueño es un tirano… Nada que no hayamos visto en Pesadilla en la cocina, pero sigue sorprendiendo que la gente invierta todo su dinero en un negocio sin tener ni puñ.. idea de cómo manejarlo ni de cómo recibir a los clientes (literalmente; a un dueño le tuvo que dar clases), y luego se sorprenda de que nadie quiere pagar 350 dólares por dormir una noche en una habitación que huele a cloaca. Si es que ¡cómo son de sibaritas los clientes, oye!. Lo que sigue se lo pueden imaginar: Ramsay se cabrea, pone a todos firmes, hay gritos y lágrimas pero, al final, todos comen perdices cuando, en un solo día, el equipo del chef cambia el papel pintado, renueva las camas y rehace el zaguán para que haya una recepción y no parezca que estás entrando en una casa particular. Si ya era poco creíble que consiguieran remodelar los restaurantes de Pesadilla en la cocina en menos de 24 horas, lo de remozar por completo un hotel ya es ciencia ficción.

Si no se aburren con Pesadilla en la cocina, se divertirán con el mejor Ramsay. Ese que se descamisa a la primera de cambio y cuyo afán nudista aquí se acrecienta. Ver su culillo al entrar a una ducha putrefacta es, con diferencia, lo peor de cualquier hotel, por nauseabundo que sea. ¡Aggg, esas nalgas blancas y colgantes!!!

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