PARECE que Lopera empieza a cerrar negociaciones, que el mareo de la perdiz está tocando a su fin y que el Betis va maquillando un tanto la imagen de un equipo que no hay derecho que esté condenado a sufrir y a hacer sufrir tanto a sus fieles. De todas formas, estamos ante la repetición de una película que empieza a rodarse coincidiendo con la finalización del campeonato y a la que no se le da el último golpe de manivela hasta mucho después. Parece que ahora se le va a dar antes de que arranque la competición, pero no tendría nada de extraño que se apurase hasta el fin del plazo que hay para fichar futbolistas.

Pero la verdad es que no es sólo el Betis quien apura los tiempos, pues si hacemos excepción del bien organizado Sevilla Fútbol Club, casi todos andan todavía en asuntos de compraventa. Y lo malo de estas tardanzas es que le puede doler la cabeza al que hizo los deberes con tiempo sobrado. Ahí el Sevilla, que dio por cerrada su plantilla con el fichaje de Duscher y que ahora ve cómo se le ha lesionado de larga duración su fichaje más caro de todos los tiempos y cómo hay acechanzas de poderosos sobre algunas de sus estrellas. Capel y Luis Fabiano están en el punto de mira de los colosos y eso intranquiliza por mucho que el plazo se le prolongue a las víctimas del 1006/85.

Seguro que el Realísimo no ha dado por cerrada su plantilla tras el fiasco de Cristiano y la postura de Robinho. Paralelamente se da un caso que define con claridad la situación económica de la mayoría. Es el de Aduriz, que se ha ido al Mallorca porque Athletic Club tiene una trampa con la Real que no sabe cómo saldar. Con el mercado que tiene tan limitado se ha visto en la obligación de desprenderse de un vasco que hace goles, con lo que se demuestra cómo anda la clase media de nuestro fútbol. Y la Liga se acerca, y el mercado se reactiva con idas y venidas, alguna exportación como la de Riera, el Betis mejora y el Sevilla se inquieta con las acechanzas. Fútbol es fútbol.