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la ciudad y los días

Carlos Colón

Recursos y calidad

VALENCIA. Se excedieron los manifestantes y se excedieron los policías. El segundo exceso es más condenable que el primero, ya que se trata de profesionales entrenados para actuar en situaciones críticas con una serenidad que garantice que se produzcan menos daños de los que se pretenden evitar: eso que se llama uso proporcionado de la fuerza que están legítimamente autorizados a utilizar.

Los recortes en sanidad y educación son intolerables. Porque lo que está en juego es la salud y la vida, en el primer caso, y la democracia y el futuro, en el segundo. Sin educación la democracia es imposible, porque la segunda es fruto de la primera. Sólo la educación en conocimientos y valores permite que los pueblos convivan en paz y libertad, que se atenúen los mecanismos represivos, que los ciudadanos voten responsable y libremente, que el juicio crítico personal se defienda de inducciones y propagandas, que el respeto a la diferencia normalice la convivencia y que democracia sea participación activa y no únicamente -en el mejor de los casos- votar cada cuatro años.

Dicho lo cual hay que añadir que la calidad de una educación de la que ningún niño o joven esté segregado por causas socio-económicas no sólo está garantizada por los recursos que se inviertan, sino sobre todo por la sensatez, seriedad, coherencia y compromiso con que se haga. No se trata únicamente de los medios, como esa memez tan publicitada de un ordenador por alumno, sino de su uso.

Desgraciadamente la herencia de las estupideces pedagógicas de los años 60, la influencia de un entorno hostil para con la reflexión y la excelencia, el desánimo de un profesorado maltratado y la presión de una sociedad reducida a mercado -que considera la educación como la apuesta a punto de engranajes acríticos que se inserten en el ciclo de producción y consumo- han logrado que las carencias mayores, en lo que a la educación se refiere, no sean de medios sino de esa sensatez, seriedad, coherencia y compromiso sin los que los centros educativos son aparca-niños o aparca-adolescentes; y la educación es poco más que entrenamiento de carne de cañón para el combate hiperconsumista, como si los colegios e institutos fueran la escuela de esclavos gladiadores de Batiato. Y ya sabemos cómo acabó la gesta de Espartaco.

Es preocupante que se haya soportado durante décadas el decaimiento del nivel educativo y ahora se proteste por los recortes. ¿Se está incurriendo en el machadiano "es de necios confundir valor y precio"?

Entre recursos y calidad existe una importante relación. Pero los recursos, por abundantes que sean, no garantizan la calidad.

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