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La tribuna

Julián Sobrino Simal

Reforma laboral de 'Minority report'

EL portavoz del PSOE en la Comisión de Empleo del Congreso, Jesús Membrado, que ha sido el encargado de negociar la reciente reforma laboral, ha explicado el alcance y los efectos beneficiosos de esta nueva ley para el mantenimiento del empleo. Entre otros argumentos dice que la forma de certificar que las empresas van a tener pérdidas, como causa flexible de despido, será "presentando expedientes y cuentas ante el juez". Cuando se le pregunta que cómo se pueden plantear como causas objetivas hechos que aún no se han producido, contesta: "se trata de que las empresas también trabajen con previsiones y no sólo con el día a día". Este es el gran descubrimiento de la crisis en plena era de la poslaboralidad, el Mercado de Futuros del Empleo (MFE). En este nuevo contexto desregulador de las relaciones laborales entre empresa y trabajadores ya se ha superado la fase de los convenios colectivos y se ha encontrado una fórmula imaginativa, flexible, virtual y diferida para ajustar las plantillas basándose en la nueva disciplina de la creativa ingeniería laboral.

Compañeros, el futuro es hoy, por tanto, vivamos como si ese mañana ya hubiera llegado. Aceptemos la flexibilidad y pensemos, como el poeta Rodrigo Caro, que los derechos de los trabajadores ¡ay dolor! son campos de soledad, tiempo pasado, del que ya apenas quedan señales, sólo ruinas. Y en esta fábula de los nuevos tiempos especulares seamos capaces de vivir con un pie en el hoy y el otro en el mañana, como colosos de Rodas sobre el torrente de las crisis a la griega.

Mi admirado Richard Sennett lo dejó bien claro en su libro La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo al describir el estado anémico que el neoliberalismo y los cambios tecnológicos han impuesto al pensamiento social de las izquierdas posibilistas una vez rota la "jaula de hierro weberiana" definida por la seguridad en el empleo, el salario estable y la jubilación asegurada. Ahora el empresario puede alegar "pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos" para romper esa jaula, de modo, que el trabajador vuele libre y feliz en el libre mercado, sin añosas ataduras que sólo hacen de él un ser dominado y alienado por la obsesión de la seguridad.

El reto para los sindicatos consiste en encarar esta nueva situación de facto acogiéndose a la nueva normativa de iure. Juguemos también en este nuevo marco laboral y planteemos una hipótesis de negociación colectiva con los mismos argumentos que se utilizan para flexibilizar el empleo. Negociemos las condiciones laborales en relación con "las ganancias actuales o previstas, o por el aumento persistente de su nivel de ingresos". Presentemos la documentación necesaria en los juzgados de lo social acerca del mercado de futuros de tal o cual sector y, en función de las previsibles ganancias, acordemos las tablas salariales, las indemnizaciones por mes o día trabajado y el tamaño de la plantilla.

Qué disparate. Qué falta de sentido común y de sensatez. Qué manera de desprestigiar a los empresarios honestos con estas argucias de la economía líquida. Qué forma de judicializar las relaciones laborales hasta extremos insospechados, en los que a los jueces se les va a exigir determinar las condiciones objetivas del despido en relación con la evolución futura de la empresa, convirtiéndoles en policías de la poslaboralidad como si de agentes precognitivos de Minority Report se tratara. Ya no se juzga lo que es o ha sido sino lo que va a suceder. ¿Y si después de acordar las condiciones objetivas del despido éstas no se produjeran? ¿Debería el empresario retrotraer la situación laboral del afectado a la situación anterior?

El mundo cambia a gran velocidad, pero eso no implica que perdamos la cordura. El sentido democrático del pacto social debe ser adaptado a estos tiempos inciertos bajo las premisas de que el crecimiento económico no ha de despreciar la cultura democrática y social que Europa, la vieja Europa, a pesar de sus errores, ha mantenido como horizonte de igualdad durante los últimos sesenta años. La sostenibilidad económica ha de entenderse como un proyecto equilibrado en el cual el beneficio, igual que el trabajo, el capital o la tecnología, no son indicadores objetivos finalistas sino que constituyen un conjunto complejo de factores de un sistema de convivencia social justo y solidario.

Recomiendo la lectura del libro de los profesores de la universidad Pablo de Olavide Lina Gálvez y Juan Torres Desiguales: Mujeres y hombres en la crisis financiera, donde con abundantes datos, que tendrán que ser tenidos en cuenta por los jueces de lo social, demuestran el imparable proceso de exclusión social, precarización y empobrecimiento de amplias capas de la población tocadas por esta crisis. Aún estamos a tiempo de exigir un modelo de nación que se siga inspirando en el artículo 1 del Título Preliminar de nuestra Constitución: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho".

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