ÚLTIMO domingo de julio y en este puerto de mar también la vida se despereza tarde, más tarde que cualquier otro día de la semana. Juani abre el quiosco donde se apilan prensa y juguetes más tarde de lo habitual; no mucho, pero algo más tarde, sí. Antonio también funciona con cierta demora para mercadear con el que trae ese pescado que luego se rifará la clientela en la barra del Capricho. Cristóbal, sin embargo, no entiende de descansos, aunque sea dominical, y ya está poniendo el Tascón en buen estado de revista. Paralelamente, en la heladería ya hay un batallón de guiris formado ante la oferta de café, zumo y tostada. Y la conversación, la de siempre, ya puede ser domingo en los almanaques que girará en torno hacia dónde vuelan las banderas de Los Bateles. Último domingo de julio, el verano continúa remontando y Conil sigue como siempre, estupendo.