Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Rescoldos de un acto entrañable

Como en los tiempos de penurias, la Asociación Cisneros continúa con el mismo talante de clase y sevillanía

CONFORMAN una especie de cámara alta del club y, aunque sin capacidad decisoria, sí que parten de ahí consejos que a lo largo de la historia han ido formulándose para bien del Sevilla. Bajo el nombre de un presidente carismático al que las circunstancias le impidieron rematar con éxito su ambiciosa gestión, la Asociación Sevillista José Ramón Cisneros sigue manteniendo sus improntas de caballerosidad y sevillanía como grandes inductores para el ejercicio de un sevillismo insobornable. Y fallecido Cisneros, su nombre continúa siendo el faro y guía de sus componentes, que siguen siendo los de siempre.

Pepe del Río como presidente y manejándose por la vida como siempre hizo, de frente y sin un mal gesto, cordial y, sin embargo, serio en cada decisión, como cuando ejercía de secretario general de la Andaluza. Y junto a él, el pragmático y ordenado José María Cruz, que vive los mejores años de su vida viendo cómo su Sevilla camina por unos senderos triunfales a los que no es, precisamente, ajeno su hijo José María. Y Pepe Castillo como especie de prioste de una hermandad laica, pero de un sevillismo tan educado como fundamentalista. O Joaquín Medina compatibilizando su amor por el Sevilla con el de su hermandad trianera de la Estrella. Y así muchos más.

Viene todo esto a colación porque dice el viejo adagio que de bien nacido es ser agradecido y el agradecimiento se me escapa por todos los poros por la acogida que me hicieron junto a mi querido Sánchez Araújo. Hace trece años ya me sentaron a su mesa y si entonces todo era mohína en el Sevilla que ellos tanto quieren, ahora viven días, meses y ya años de vino y rosas. Días de vino y rosas que, sin embargo, no han logrado alterarles ese talante de educación y sevillanía que atesoran individual y colectivamente. Ya tuve ocasión de agradecerles in situ el detalle, pero no puedo sustraerme a multiplicarle la difusión desde un rincón que cambió de sitio, pero no de filosofía.

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