Visto y oído

Antonio / Sempere

Revolución

LA televisión a la carta impulsada por la página web de RTVE supone toda una revolución. No es que hasta ahora no existiese este tipo de televisión. Desde la implantación de los videograbadores en nuestros domicilios, allá por las vísperas del Mundial de fútbol del 82, los españoles comenzamos a hacer nuestros pinitos en eso de conformar nuestra programación sin tener que someternos a una determinada señal.

Con la nueva etapa iniciada por la Corporación de RTVE, el cambio es radical. Los espectadores ya no tenemos que preocuparnos por grabar nuestros programas favoritos. Porque todos, absolutamente todos los que proceden de la producción propia, están colgados ahí, en el espacio virtual.

Ni siquiera es preciso viajar cargado con un portátil. Basta conectarse a la red desde donde sea, y vale cualquier biblioteca pública, centro social, casa particular o zona wi-fi y apretar un botón para, inmediatamente, ver el programa favorito.

Pienso todo esto para consolarme cuando escudriño algunos datos. Como por ejemplo el de Página 2, el buque insignia de los espacios culturales de La 2, programado muy correctamente a las nueve de la noche, que sigue incrustado en su segunda temporada en el 1% de audiencia total. Quiero pensar que, a estas alturas, cuando la televisión a la carta ha dejado de ser una entelequia, un concepto teórico, para pasar a formar parte de nuestros hábitos cotidianos, somos muchos los que, perteneciendo según la estadística a esos noventa y nueve espectadores de cada cien que no conectamos los domingos por la noche con este programa, lo seguimos muy de cerca porque accedemos a él, a golpe de ratón, en cuanto nos sentimos motivados. Sea lunes, martes o miércoles. Es una revolución. O puede llegar a serlo.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios