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La tribuna económica

Rogelio / Velasco

Riesgos de deflación

PARA las personas de nuestra generación, acostumbradas a ver cómo los precios se elevan cada año, resulta cuando menos extraño comentar la posibilidad de que se produzca un proceso contrario, esto es, que con carácter general el nivel de precios de los bienes y servicios se reduzca, produciendo el fenómeno que conocemos como deflación.

La recesión que se está extendiendo por todo el mundo occidental puede estar sembrando la semilla de un proceso generalizado de reducción de los precios. La caída de la demanda de bienes y servicios está presionando enormemente a las empresas a bajar los precios para reducir el stock de productos que van a acumulándose sin vender. El aumento del desempleo conduce a una contención de los salarios. Esa contracción del sector real y del mercado de trabajo presiona extraordinariamente al mercado de materias primas, reduciendo también sus precios.

En sólo tres meses hemos visto que el precio del petróleo se ha reducido de 150 a menos de 50 dólares el barril. De temores inflacionistas, EEUU ha pasado a la mayor caída de precios en los últimos 50 años el pasado octubre. En España también hemos visto que la tasa de inflación se ha reducido en dos puntos porcentuales en tan sólo tres meses. El Gobierno estima que a mediados de 2009 podría estar en torno al 1%. De ahí parte la preocupación por la deflación.

La deflación es peligrosa porque el tipo de interés nominal no puede ser negativo. En EEUU, con el tipo de intervención de la Reserva Federal en el 1%, el tipo efectivo al que se prestan los bancos está próximo a cero debido a la inundación de dinero en los mercados. La política monetaria no puede generar efecto alguno en esas circunstancias. Como ocurrió en Japón la pasada década, la caída de precios y la imposibilidad de bajar aún más el tipo de interés generan un encarecimiento de las deudas (no se reducen por el efecto inflacionario, porque éste era negativo).

Caída de precios, reducción de salarios reales, incremento del desempleo, aumento de la deuda en términos reales. Esta concatenación de causas y efectos genera una espiral negativa de la que no se puede escapar utilizando sólo la política monetaria. La grave situación ha obligado a las autoridades monetarias a utilizar herramientas completamente heterodoxas, como es la de financiar directamente a las empresas -comprándoles obligaciones a corto plazo- y a los consumidores -a través de préstamos para las tarjetas de crédito-.

En Europa, la situación ha conducido también a Reino Unido y España a diseñar planes de financiación para pymes con recursos públicos, porque la bajada de tipos no es suficiente para canalizar el crédito a las empresas. Este tipo de medidas, junto a políticas fiscales expansivas que se materialicen en elementos que estimulen el crecimiento de la productividad a largo plazo (I+D, infraestructuras productivas) son esenciales para evitar que la espiral negativa precios-salarios-desempleo-caída de la renta se autoalimente y escape al control de los gobiernos.

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