Robots

A los estibadores los amenazan con sustituirlos por robots. ¿Podrán sustituir también a las neurocirujanas y a los maestros?

Observo a la chica que vende el pan en un horno. Cuando tiene que elegir las piezas que le piden, debe hacer unas complicadas maniobras manuales para no saltarse ninguna de las normas sanitarias. Y luego viene la parte más complicada, satisfacer los gustos caprichosos del cliente, que ha de decantarse por una de las múltiples posibilidades que tiene a la vista: molletes, vienas, bollos, picaítos, andaluzas, baguetinas, flautines, artesanas (y me dejo muchas más). Y ahí no acaba el problema, porque luego hay que discernir si el cliente las quiere tostadas o claritas, muy hechas o más bien cruditas. Y todo se complica aún más cuando hay que aclarar si la pieza de pan ha de ser integral o no, con pipas o con semillas, con sal o sin sal, con gluten o sin gluten.

"Según dicen, algún día ese trabajo lo harán los robots", le digo a la chica, fascinado por lo bien que despacha el pan. "Pues tendrán que ser muy apañaos", me contesta, "porque esto es tela de difícil. No lo parece, pero lo es". Y tanto que sí. ¿Cómo distinguirán los robots entre un mollete clarito y una artesana integral muy hecha? ¿Y cómo manipularán el pan para cumplir con todas las normas de higiene? ¿Entenderán lo que se les diga? ¿Y sabrán responder al cliente? ¿Y en cuántos idiomas? ¿Hablarán chino? ¿Y holandés? Lo ignoro por completo. Pero me hace gracia que mucha gente dé por segura la desaparición de miles o millones de puestos de trabajo cuando empiecen a funcionar los robots. Por supuesto que eso es posible, claro que sí, pero me pregunto qué consecuencias traerá. El servicio, desde luego, será mil veces peor que ahora. Y no habrá posibilidad de satisfacer ninguno de esos caprichitos que tanto nos gustan. Adiós, vienas integrales con semillas. Adiós, molletes claritos con una leve capa de harina.

A los estibadores de Algeciras ya los amenazan con sustituirlos por robots, pero ¿podrán sustituir también los robots a las vendedoras de pan, a las neurocirujanas, a los maestros? El historiador israelí Yuval Noah Harari, autor de Homo Deus, cree que sí. Y millones y millones de personas en todo el mundo pasarán a ser, en los próximos cincuenta años, seres prescindibles porque no tendrán ninguna utilidad. La perspectiva es como para echarse a temblar. O sea que, de momento, lo mejor es seguir disfrutando de una artesana integral bien tostadita.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios