IGUAL que las moscas van en enjambre a revolotear sobre la mierda, de esa misma manera llega la televisión para rebuscar entre lo peor que haya en esa mina. La mina en cuestión es El Rocío, que se ha convertido en un apetitoso caladero para todos esos que tanto gustan de hurgar en los muladares. Así como hay que poner en cuarentena a los que propagan que El Rocío es fe y oración, tenemos que poner pies en pared con los que hacen juegos de palabras con el polvo del camino. A eso del polvo del camino tan manido se le añade ahora lo del consumo de droga por esas televisiones que van como bandadas de buitres para encontrar carroña en todas partes. Y si hay droga en todas partes, ¿cómo no va a circular en un lugar tan concurrido como El Rocío? Lo que no es de recibo es desvirtuar la imagen de una romería que congrega a tanta gente y a tantos sentimientos resaltando transgresiones que se dan por doquier.