Opinión

Jorge Bezares

Ronaldo en el patio del Congreso

Aunque el caso Gürtel estaba de candente actualidad no por el traje que un juez del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana le ha hecho a Camps, a propósito de los paños nobles de José Tomás, sino por las anchoas que el presidente de Cantabria le ha regalado a Rodríguez Zapatero, el líder del PP, Mariano Rajoy, no apareció ayer en Pleno del Congreso de verde anchoa para dar credibilidad a las tesis de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Visto lo visto, cualquier ocurrencia era posible. En verdad, el gallego lució un traje de camufla -pocos lo vieron aunque estuvo y votó-, y por la mañana en la serranía madrileña, alejado de la contaminación capitalina, se exhibió descorbatado y azulado.

En esta ocasión, más allá de estas vainas de trajes a medida y chorizos en conserva, la geometría variable socialista cuadró en el Pleno de ayer, con la restauración del objetivo de estabilidad presupuestaria tras la enmienda del Senado, merced a la abstención de CiU; la convalidación del Real Decreto-Ley sobre la reestructuración bancaria y reforzamiento de los recursos propios de las entidades de crédito, gracias a la altura de miras del PP y su sensibilidad financiera, y la aprobación del Proyecto de Ley de financiación de la Corporación de Radio y Televisión Española, por la abstención del PP y otros. Es decir, el PSOE salvó el penúltimo Pleno del periodo de sesiones de votación pura y dura (queda aún la comparecencia de Rodríguez Zapatero para explicar por enésima vez la cosa de la crisis económica, los cuatro millones de parados y la nueva financiación autonómica). Del tiesto se salió sólo el portavoz económico del PP, el jiennense Cristóbal Montoro, que, enfrascado en su batalla sin cuartel contra el déficit público, sentó cátedra de parlamentarismo a lo Pisuerga dándole un resfilonazo al vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, a propósito de la subvención de la Junta a su hija Paula.

De eso, de financiación autonómica se habló en el patio del Congreso, el lugar donde la política fluye menos impostada. Como aviso a navegantes, alguno con galones en el Gobierno de Rodríguez Zapatero aseguró que este fin de semana será de filtraciones sobre el reparto del dinero adicional para preparar el terreno para la próxima semana. Por lo visto, Andalucía y Cataluña, que son las dos comunidades clave para el PSOE, estarán en el acuerdo.

En el mismo patio, circuló que el pacto social entre sindicatos y patronal no estará para mediados de mes, como quería Rodríguez Zapatero, pero que se suscribirá antes de que sus señorías se pongan el bañador. En un restaurante cercano a la Cámara Baja, un destacado representante de la CEOE cantó a los postres ante un nutrido grupo de periodistas juramentados en no decir ni pío.

Pero el patio, con la irrupción del ministro del Interior ligero de carnes, se convirtió en un terreno de juego. Madridista confeso, Pérez Rubalcaba, acalorado por la espera de una votación que nunca llegaba, bromeó con algún que otro periodista del lado oscuro del buen fútbol y aseguró que lo del triplete es ya historia. En su opinión, con Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema, Albiol y "dos o tres más que van a llegar" la cosa futbolera recuperada su orden natural. ¿Y Zapatero?, le preguntó uno para ponerlo en un apuro. "El presidente no tiene ni puta idea", respondió sin cortarse un pelo, que para algo más debe servir ser el jefe de Benemérita. Como la densidad de periodistas aumentó repentinamente, el picoleto mayor se puso interesante y aseguró tocándose la nariz que el verano en curso no le daba buena espina, que no le olía bien. ¿Será por ETA?, se preguntaron algunas periodistas. No, era por el Barça.

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