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desde mi córner

Luis Carlos Peris

Sabatina de cara y cruz tremendas

Increíble derrota de un buen Sevilla en Valencia y milagrosa victoria del Betis sobre la última campana

SABATINA agridulce, de cara y cruz, de derrota incomprensible para empezar y de milagro en un Heliópolis enardecido que veía ganar a su equipo de forma sobrenatural. Sabatina que pasará a la historia por el partido que el Sevilla se dejaba atrás en Valencia y por el triunfo de un equipo que llevaba la friolera de dos meses y medio sin ganar y que a dos minutos del final caía por un gol en propia meta. Cara y cruz de un sábado en que todo el foco se centraba en el coliseo de la Castellana, pero que para el fútbol según Sevilla no se circunscribía a eso tan sólo, aun sin ni imaginar siquiera que la cosa iba a desarrollarse como se desarrolló.

Arrancó la sabatina con muy mal bajío, pues que el Sevilla saliese derrotado de Orriols sólo podrá comprenderlo quien no viese el partido. Increíble el recital de ocasiones desperdiciadas por el equipo blanco para desperdiciar una oportunidad clave de asaltar el Territorio Champions. Y es que en el mejor partido del Sevilla fuera de Nervión parece increíble que los tres puntos se quedasen en el talego de un Levante que siempre fue a remolque de los blancos. Ocasiones de Navas, Negredo, una facilísima de Trochowski, otra a quemarropa de Kanoute y la que echa fuera Spahic con toda la puerta para él fueron argumentos más que suficientes para el triunfo.

...y el Betis. Catarsis emocional en Heliópolis a pocos minutos de que diesen las diez en todos los relojes del Villamarín. Con la derrota como un elemento más de su valija, el equipo de Mel repetía la jugada de las diez jornadas anteriores. Pérdida de varias ocasiones ante la puerta rival y gol en propia meta del mismo futbolista que había protagonizado la nefasta jugada de Pamplona. Pero el mal fario que perseguía al Betis se quebró en un abrir y cerrar de ojos, Rubén Castro aprovechaba dos balones de oro de Juanma y Heliópolis explotaba como explota una afición acostumbrada a sufrir, demasiado acostumbrada. Sabatina de cara y cruz, de incredulidad y milagro.

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