la esquina

José Aguilar

Salir en la tele

POR supuesto que los diputados andaluces que integran la comisión de investigación sobre los ERE fraudulentos tienen como objetivo esclarecer el escándalo. Unos más que otros, seguramente. El pasado jueves, sin embargo, demostraron que también persiguen dejar constancia de su presencia y salir bien en pantalla. Unos igual que otros, con toda seguridad.

Veamos. Cuando se reanudaron las sesiones de la comisión tras el breve paréntesis vacacional, los parlamentarios del PSOE se encontraron con que sus colegas del PP estaban sentados en los sillones que ellos ocuparon durante la primera tanda de comparecencias. La explicación es que quienes ocupan ese sitio salen de frente en las imágenes que emite en directo la web de la Cámara y que también utilizan las cadenas de televisión para elaborar sus informaciones.

La razón es que por la disposición de las cámaras del servicio oficial del Parlamento no todos los asientos reciben el mismo enfoque y, por tanto, no todos los diputados son retratados igual ante la audiencia. Algunos salen de frente, y están contentos, pero a otros los sacan de perfil o de cogote, y están que trinan. Los de IU, en cambio, han tenido suerte porque, al ser los que presiden la comisión, siempre son favorecidos por un plano frontal. Dan ganas de reírse, pero las ganas se quitan en cuanto se sabe que la comisión tuvo que celebrar una reunión extraordinaria de urgencia, a puerta cerrada, para zanjar el conflicto mediante el desplazamiento de una de las cámaras.

Esta situación es pueril. Que los representantes de la voluntad popular comisionados para averiguar la verdad de la corrupción en las ayudas al empleo, ese oscuro trajín de cargos públicos, intrusos, intermediarios y conseguidores que se ha repartido ilegítimamente una parte cuantiosa del dinero de todos, se preocupen de cómo lucen en televisión los acerca a la plebe que se abre paso a codazos para hacerse visible y saludar en cuanto ve una cámara televisiva. Vamos, que más que herederos de Blas Infante parecen clones de El Mocito Feliz.

Pero el caso denota algo más grave: viven instalados en una burbuja tan aislante que se han creído de verdad que las elecciones se pierden o se ganan gracias a la televisión, y no sólo en campaña electoral, sino siempre y en toda circunstancia. Que el voto de los ciudadanos depende del tiro de cámara. Que su trabajo será juzgado en función de cómo aparezcan reflejados. Les importa tanto, o incluso menos, aclarar el caso de los ERE como que la gente piense, gracias a la televisión, que se toman en serio su labor. No es extraño que cuando han de ir a un debate discutan hasta el color de la corbata del moderador o la distancia entre la silla y la mesa. ¡Qué tropa!

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