ANOCHE, en Sevilla, a raíz de una convocatoria vía redes sociales en internet, muchos jóvenes se congregaron ante la sede del PP andaluz en la calle San Fernando, y cortaron el tráfico del tranvía, para criticar las cargas policiales en Valencia. Las imágenes no ofrecen dudas sobre los excesivos palos repartidos en la capital levantina por los antidisturbios dirigidos por un jefe policial, Antonio Moreno, que usa la palabra "enemigos" para referirse a quienes protestan por los tremendos recortes de un Gobierno autonómico en quiebra después de presumir de Fórmula 1. Me gustaría saber qué lee y escucha cada mañana el señor Moreno de todo el menú periodismo visceral, para alimentar su cerebro.

A la misma hora que en la calle San Fernando se ponía como chupa de dómine al PP andaluz por la desproporción valenciana, en la comandancia de la Guardia Civil en Eritaña seguía declarando por orden de la juez Alaya el nefando ex director general de Empleo Francisco Javier Guerrero. El personaje que representa la repugnante corrupción de los ERE, cocaína incluida. Cuatro horas y media estuvo Guerrero en Eritaña bajo interrogatorio, en busca de esclarecer una trama humillante para los andaluces que más sufren la crisis. Desde las siete de la tarde, se sabía en internet que Guerrero estaba de esa guisa, y que la cosa iba para largo. Pero no hubo a través de redes sociales ninguna convocatoria para animar a concentrarse ante Eritaña. Por ejemplo, llegando allí desde la calle San Fernando, y decirle pacíficamente a coro lo que se piensa de él, y de sus jefes y cómplices.

No perdamos la esperanza en una democracia con mayoría de personas que, pacíficamente, reprueben las barrabasadas y golferías, sean quienes sean sus artífices y las siglas que representen, amén de exigir su inmediata destitución o rápido enjuiciamiento. A corto plazo, debemos desenmascarar al gran número de bomberos con ganas de incendiar el patio.