COMO la paga extra, el Tour o la Velá, los sanfermines están en el programa de cada mes de julio. Son de las citas que decoran este mes de forma ineludible y desde esta mañana, Estafeta es una explosión de vida tan grande que ni siquiera Bildu osa prohibirla. Al menos, la gran fiesta que le dio fama mundial a Pamplona parece intocable por mucho que con esta gente nunca sepa uno a qué carta quedarse. Sólo los antitaurinos dan la nota objetando la mayor fuente de riqueza del verano pamplonica y lo hacen bajo sus inveterados cánones de zafiedad. Desde hoy, encierro matinal y corrida por la tarde en una plaza de indiscutible personalidad. Si Sevilla es la esencia ritual, Madrid la exigencia y Bilbao la seriedad, Pamplona es el bullicio y la diversión sin freno. Una diversión muy rentable a la que ni siquiera los profesionales de la prohibición ponen coto.
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