Sábado de Pentecostés y creeremos ver una polvorienta caravana a la conquista del Oeste. Así parecerá el desmesurado cortejo que es la hermandad de Triana en su intento de llegar en hora a la ermita. Desde el Ajolí a la Blanca Paloma, varios kilómetros de prisas y de ilusiones, de polvo y de cabalgadas a lomos de la esperanza. Son los prolegómenos de uno de los puntos fuertes de la romería más multitudinaria y de sensaciones más hondas, la presentación de Triana, no sé qué tiene Triana, ante la Virgen del Rocío. Será pasada la una de la tarde cuando la interminable caravana trianera ponga su simpecado en la puerta de la ermita mientras una voz monocorde va dándole paso al rosario de hermandades que peregrinan a las marismas. Sábado de Pentecostés, primer día grande de la romería con el vértice culminante de ver cómo Triana siempre llega a tiempo, siempre.