ÚNICAMENTE el frío y la lluvia estuvieron de más en una Semana Santa memorable, para que entre por la puerta grande en los arcanos de la memoria. Ha sido la de este bisiesto una Semana Santa modélica con sólo el inconveniente de una climatología que, a veces, te hacía creer que en vez de a la Macarena estabas viendo al Cristo de Burgos, pero no al que mora en San Pedro sino al que sale de la burgalesa iglesia de San Gil Abad. Incluso los que no son de la cuerda han observado las reglas bajo sus uniformes blancos. Sólo ha metido la pata el mercurio de los termómetros en la totalidad de la fiesta y aquellas lluvias que arruinaron el remate sabatino, todo el miércoles y medio jueves. Si acaso, las sillas portátiles y los cochecitos de niños también han perturbado la cosa, pero son palabras menores. Ya digo, una Semana Santa para que entre con todos los honores en los arcanos de la memoria.
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