Tres días faltan para que nos recuerden una vez más lo infinito de la eternidad más la sentencia de que polvo somos y en polvo nos convertiremos. Quiere decirse que lo que está por venir cabalga imparable hacia nosotros. La otra noche ya vimos costaleros por Sol y las convocatorias semanasanteras proliferan en forma de conferencias, meditaciones, exposiciones, demás parientes y afectos. O sea que ya empieza a oler a Semana Santa, que es por vía odorífera el anuncio de que ya mismo veremos a la burra por la rampa. Se acaban los fastos en torno a Don Carnal y se nos viene la cuaresma con sus olores, sus advertencias desde púlpitos de toda laya, con el Miércoles de Ceniza asomando la gaita para que recordemos todo aquello que en la niñez nos llevaba al insomnio. Sólo falta que suban los mercurios y el azahar brote para que de verdad huela a Semana Santa.