La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Señor de la caridad

Caridad y culto se ordenan desde hoy hasta Epifanía en torno al Señor del Gran Poder

En la Hermandad del Gran Poder todo empieza siempre por la caridad y el culto vividos y ejercidos como una misma cosa. El azulejo pionero de todos los retablos de Sevilla no se puso en 1912 en la fachada de San Lorenzo para adornarla, sino para que los fieles pudieran rezarle al Señor cuando la parroquia estaba cerrada. La Basílica no se construyó por razón suntuaria sino de culto, para dar cabida al mayor número posible de devotos y ofrecérselo con una frecuencia diaria que la capilla de San Lorenzo no permitía. Seis misas se dicen diariamente en la Basílica, que abre nueve horas todos los días y quince ininterrumpidamente los viernes. Es arquitectura del servicio, no del poder. Por eso desde principios del siglo XIX buscaban los hermanos un templo más amplio que respondiera al crecimiento de la devoción al Señor.

Todo se hace allí así. Por eso la rifa navideña que hoy se celebra a beneficio de la Bolsa de Caridad creada en 1953, también pionera en Sevilla, en su casa de hermandad de Hernán Cortés a partir de las 21 horas es el primer paso que da la hermandad hacia los días grandes del quinario. Este viernes, la rifa: la caridad lo primero. El próximo fin de semana, una vez que la Esperanza haya abierto las puertas del Arco para que el espíritu de la Navidad cristiana entre en Sevilla al son alegre de Abelardo, aparecerá el Señor revestido con su túnica del alfa y la omega y todo estará listo para celebrar la Nochebuena. Y a la siguiente semana se iniciará el quinario que culminará con la función de Epifanía.

Tras la caridad, el culto. Y culto no es solo el quinario. También se ordena a él la túnica de Juan Manuel que tradicionalmente viste el Señor a partir del 24 de diciembre. No es lujo ni ostentación, sino que posee un hondo sentido teológico y litúrgico, como sus otras túnicas bordadas o la morada que tanto gusta y conmueve a los devotos. Todo tiene un sentido cultual que hace que, como en los presentes de los Reyes Magos, el oro de las túnicas de los cardos y de las espinas, el incienso epifánico de la persa y la mirra de la morada sean ofrendas que honran al Señor a la vez que completan, como si fueran exégesis bordadas, el sentido de la imagen sagrada.

Caridad y culto se ordenan así desde hoy en torno al Señor del Gran Poder, don mayor que la hermandad -que encargó su hechura pronto hará 400 años- hizo a Sevilla. Es de bien nacidos agradecerlo.

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