la ciudad y los días

Carlos Colón

Sevilla Babilonia

UN día una cosa, otro día otra. A cada día su escándalo. La fertilidad de la Junta de Andalucía para alumbrar presuntos fraudes o irregularidades y parir escándalos es asombrosa. Aunque allí haya políticos sentados en el banquillo y aquí todavía no, parece que la antiquísima rivalidad entre Valencia y Sevilla por ser la tercera capital de España la vamos a ganar nosotros, al menos en lo que a escándalos se refiere. Puede que Sevilla haya quedado o esté quedando en segundo lugar andaluz, superada por el empuje de Málaga y lastrada por la pésima gestión municipal anterior además de por el presunto antisevillanismo de la Junta; puede también que haya quedado en quinto lugar entre las grandes capitales españolas, superada por Valencia y por Bilbao. Pero en lo que toca a los escándalos, por ser la capital de Mercasevilla y la sede de los ERE, Sevilla deja chico aquel universo vicioso, corrupto y delictivo que Kenneth Anger llamó en su popular libro Hollywood Babilonia.

Y algo de babilónico, de bíblico, tienen las penúltimas noticias -porque esto va a tal velocidad que cada día surge algo nuevo- referidas a la Consejería de Empleo de la Junta. Si en la Biblia los ciegos veían y los paralíticos andaban milagrosamente, según las nuevas querellas presentadas por la Fiscalía de Sevilla, en Andalucía los sordos atienden teléfonos y los tetrapléjicos reparten prensa. ¿Un milagro? No. Otra sinvergonzonada. No contentos con manipular los dineros del paro en un país con cinco millones de parados y en una región con la tasa de paro más alta de España, también se utilizan fraudulentamente los fondos dedicados a los discapacitados.

De lo que se trata, como ustedes ya saben, es de percibir ayudas para la inserción laboral de trabajadores discapacitados que después, antes de que concluya el período de prueba, eran despedidos o trasladados a otra empresa. Momento en el que solicitaba una nueva ayuda; que en ciertos casos era concedida aunque existieran denuncias de los trabajadores por impagos de nóminas o incumplimientos de contrato.

Es cierto que en algunos casos la propia Junta ha reaccionado exigiendo el reintegro de las subvenciones. Pero también lo es que el nuevo escándalo del fraude de las ayudas a los discapacitados se va extendiendo de Sevilla a Cádiz y a Loja. Y que llueve sobre mojado.

Porque esto, más que con lo babilónico o lo bíblico, tiene que ver con la España rancia de Los tramposos de Leblanc, Ozores y López Vázquez. En versión empeorada. No es lo mismo el pícaro que se finge ciego o tullido que los canallas que manipulan los dineros públicos destinados a los discapacitados.

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