DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Sevilla desmemoriada

LA semana pasada terminé el artículo con el deseo de que Sevilla y los sevillanos no seamos ingratos y desmemoriados con todos aquellos que nos han dedicado su arte y saber, al homenajear a J.C.N. Forestier y su trabajo en el Parque de María Luisa. Lo que me da pié a recordar hoy al importante escultor Lorenzo Coullaut Valera, sevillano de Marchena, autor de varias esculturas de referencia para todos, como el maravilloso y romántico monumento a Gustavo Adolfo Bécquer en el mismo Parque de María Luisa y la Inmaculada de la Plaza del Triunfo, que es objeto estos días de muchas miradas y fotografías, cánticos y alabanzas, y no sé cuántos de los que pasemos por la plaza dedicaremos un instante a recordar al escultor.

Muchas obras de Coullaut Valera son significativas en diversas ciudades españolas, como el monumento a Jose María de Pereda en Santander o a Emilia Pardo Bazán en La Coruña. Como ejemplo de referencia general basta citar el Monumento a Cervantes en la Plaza de España de Madrid. ¡Quién no recuerda y reconoce al momento las esculturas de Don Quijote y Sancho! Pero volvamos a Sevilla. Creo que ninguno de sus grupos escultóricos es tan inspirado y acertado de factura como el instalado en el parque sevillano para recordar a Bécquer. La profesora de nuestra Universidad Marta Palenque, en su obra La construcción del mito Bécquer. El poeta en su ciudad, Sevilla 1871-1936, lo estudia exhaustivamente y nos aporta una serie de detalles de mucho interés.

El conjunto fue impulsado y sufragado por los hermanos Álvarez Quintero que consiguieron junto con el escultor llevar a buen término lo que otros notables de la ciudad habían intentado sin éxito, quizás por confiar en que las instituciones se interesarían y aportarían el dinero necesario.

La idea principal es todo un acierto: rodear con diversas alegorías del amor un magnífico ejemplar de taxodio o ciprés de los pantanos, existente en los jardines de San Telmo, que con sus finas ramas lo envuelve, filtrando las luces del día, hasta conseguir así una imagen de desmayo amoroso que nos atrae irremediablemente. En los próximos días, en las primeras horas de estas mañanas de invierno en que la bruma del río aún no se ha despejado del todo, es todo un espectáculo.

Y por demás, este rincón de Sevilla es un ejemplo del proceso que toda ciudad representa. Equilibrio entre el respeto a lo existente y la osadía de lo que cada uno cree poder aportar. Así surge y se consolida el monumento a Bécquer del parque. Sobre las primitivas huertas, Lecolant diseña y planta por encargo del duque de Montpensier un jardín paisajista con magníficos árboles entre los que se encuentra el taxodio de referencia. Sobre el enclave se aplica sucesivamente la iniciativa y acierto de los hermanos Álvarez Quintero, la inspiración de Coullaut Valera, el conocimiento y maestría de Forestier respetando la gran arboleda y la sensibilidad de Aníbal González para definir la glorieta en el conjunto de la Exposición Íbero Americana. Nosotros sólo tenemos que aportar cuidado y amor a la ciudad y respeto y admiración a los artífices.

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