Hay fiestas de carácter exclusivamente religioso, como el 25 de diciembre, el Viernes Santo o la Asunción. Las hay de carácter cívico-religioso, como la actual procesión del Corpus que se mantiene el jueves aunque la celebración litúrgica se haya trasladado al domingo. Y las hay puramente civiles, como el 6 de diciembre, el 28 de febrero o el uno de mayo. La festividad de San Fernando que, con la única oposición del PP, el Ayuntamiento acaba de cargarse gracias a los votos del PSOE y la abstención de Ciudadanos, Participa e IU, pertenece al segundo grupo, el de las festividades cívico-religiosas. Porque el 30 de mayo la iglesia y los cristianos conmemoran a San Fernando, patrón de la ciudad tras su canonización en 1671. Y la ciudad conmemora al Fernando III de Castilla que la reconquistó, no conquistó, porque la devolvió a la Europa de raíces grecorromanas y judeocristianas de la que había sido cabeza cultural en tiempos de San Isidoro, el primer gran compilador medieval. Y esta conmemoración es de carácter exclusivamente histórico: el origen de la Sevilla moderna y contemporánea, superpuesta desde luego a la romana, la visigoda y la islámica, está en 1248, cuando Fernando III la devolvió a la Europa a la que no ha dejado de pertenecer.

Por esto, tanto o más que por razones religiosas, es razonable que el día de San Fernando sea festivo. O que en el caso de un ataque de laicitis aguda que no quisiera que fuera festivo el día del patrón de la ciudad -cosa de lo más normal en tantas ciudades y naciones- se trasladara la conmemoración de Fernando III al 23 de noviembre, día de la reconquista de Sevilla. ¿No celebran las naciones sus orígenes y patronos? ¿No celebra Italia su fiesta nacional el 2 de junio, en recuerdo del referéndum de 1946? ¿No celebra Francia su fiesta nacional el 14 de julio, inicio de la Revolución? ¿No celebra Inglaterra su fiesta nacional el 23 de abril, día de San Jorge? Pues el equivalente sevillano a San Jorge es San Fernando, por el lado religioso, y su origen moderno como parte de Europa es la reconquista de Fernando III.

Así que propongo a quienes, como el señor González Rojas de IU, opinen que "los festivos no tienen por qué estar necesariamente vinculados a los eventos religiosos", que se celebre a Fernando III el 23 de noviembre. Lo sé, lo sé… Entonces vendrán con la matraca del genocidio y la xenofobia, como en Granada.