Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El Sevilla ha de recobrar la estabilidad institucional

Mientras no haya paz en el accionariado, será imposible que el club vuelva a la senda buena

Nunca sabemos, ni posiblemente sabremos, qué tecla tocar cuando el viento rola a sentido contrario. Y el viento ha rolado negativamente en el muy laureado Sevilla de la contemporaneidad. Una contemporaneidad ciertamente prolongada y que empezó un jueves de Feria de hace doce años ante un equipo alemán. Desde entonces, éxitos y más éxitos, pero llegó la inestabilidad institucional y ya se sabe qué pasa cuando eso aparece.

La deplorable imagen del equipo en la final de Copa ha sido la gota que colmó el vaso de la paciencia para una afición acostumbrada al éxito y que posiblemente creería que nunca jamás volvería a vivir la tristeza del fracaso. Y ahora arremete contra todo lo que se mueve, de Montella a Castro, pasando por ese Óscar Arias convertido en cabeza de turco en una situación que tiene como causa indiscutible algo con nombre y apellidos y que atiende por inestabilidad institucional.

Decía Cicerón, ¿o no era Cicerón?, que lo que le pasa a un hombre puede ocurrirle a otro cualquiera. Donde pone hombre puede ponerse sociedad, institución o similar, y en Sevilla sabemos sobradamente de qué estamos hablando. Bajo el pulso férreo de José María del Nido y la dinámica triunfadora con Pepe Castro, ahí no se movía un varal y el Sevilla iba a paso de oca. Pero esa estabilidad fue quebrándose cuando Del Nido se vio en condiciones de volver.

Ni Montella puede ser tan ineficaz ni Arias tan inútil comprando como compró a golpe de talonario. Nada de eso parece comprensible, pero sí es comprensible que cuando un club se distrae en combatir un fuego que podría considerarse amigo, todo se tambalea. Es lo que está ocurriendo en el Sevilla y la solución está en devolverle al club la estabilidad perdida. ¿Que cómo se alcanza? No lo sé, pero no creo que el parche de destituir a Arias a fin de curso sea solución para nada.

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