NOCHE para que desde el Sevilla se siga haciendo historia, una historia muy sevillista y muy hermosa en el caso de que las cosas salgan como tienen que salir. Tiene el Sevilla en sus manos, sólo está en sus manos, el colocarse primero de grupo y ser de pleno derecho y pase lo que pase uno de los ocho mejores del continente. Viene con muchísimo calado la cita de esta noche en el estadio del Slavia como para no resaltarla como merece. Ganar esta noche en la fría noche de Praga sería la redacción de un nuevo capítulo que podría parangonarse a cualquiera de los muchos que el Sevilla ha escrito desde la gran noche de Eindhoven.

Lo recalcaba ayer José María del Nido con un pie en el avión que llevaba al Sevilla a la bellísima capital checa. Decía el presidente que vive el club la vigilia de otro histórico, pero no hacía falta que él hiciese hincapié porque es de sobras consciente el sevillista de a pie que lo de esta noche es otra cosa. Ganar en Eindhoven, Mónaco, Glasgow y un par de veces consecutivas en el Bernabéu son hitos objetivos, que no hay nada más significativo que signar la conquista de turno con una copa para el recuerdo, pero lo de esta noche es otra historia, es un gozo tácito, una especie de que nos quiten lo bailao y de que todo lo que venga será bienvenido.

Es una forma, ganando, de cerrar con gloria un año que ha tenido de todo, con muchos momentos extraordinarios y pocos malos, pero demasiado malos éstos como para echarlos al olvido. Cierra el Sevilla su periplo regular en la Champions y está a la espera de que llegue el vértigo de la muerte súbita para que la Champions sea más Champions todavía. Si gana esta noche al Slavia checo, el Sevilla embocará esa fase de todo o nada con la ventaja de no chocar contra los mejores y de aguardar en casa para el golpe definitivo. Si por casualidad perdiese esta noche, a ver quién es el que dice que no hubiese firmado este presente de antemano, a ver quién.