ACUDE el Sevilla a la cita del año. Amanece la festividad de la Esperanza y la esperanza de que el Sevilla continúe vivo en la competición que más laureles le proporcionó en su bienio dorado es total. Por lo pronto, el Sevilla no depende de nadie y sabe que si hace correctamente sus deberes estará en el bombo europeo para jugar los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA. Bueno, la verdad es que el futuro de todos los que siguen vivos en el Grupo C pasa por lo mismo, por no depender de nadie. Con Standard de Lieja ya libre de todo riesgo y el Partizan sin posibilidad alguna, los tres restantes sólo dependen de sí mismos.

Estamos por tanto al aguardo de una noche interesante, muy interesante. Si el Stuttgart no es capaz de doblegar al ya clasificado Standard belga, el partido del Luigi Ferraris pierde intensidad, pero como se juegan a la misma hora ambos, pues el interés está asegurado. Dentro de que nadie depende de nadie, el Sevilla tiene la clasificación en sus botas y la verdad es que no hay duda de que así será en esta noche de la Esperanza. Esperanza que en esta ocasión viste de rojo y esperanza fundada por peso específico, amén de una trayectoria impecable en un campeonato más complicado que el que hoy se libra en la patria chica de Colón, la Liga española.

Dicen los iniciados en cuestiones genovesas que Cassano es la gran amenaza para este Sevilla compacto, coriáceo y con la pegada suficiente como para dilucidar con solvencia los pleitos nuestros de cada día. No está Kanoute y eso hace que los entusiasmos se atenúen, pues no hay que pasar por alto el papel del gigantesco malí cada vez que es requerido. Con su presencia, el Sevilla rara vez cayó y esta noche no estará en la gran cita. No obstante, el equipo sevillista no es de los que acostumbran a tirarse al callejón, sino que responde como es debido en las grandes ocasiones. En las ocasiones como ésta del día de la Esperanza en la capital de la Liguria.