Con el ánimo pletórico por la oficialización de que sigue siendo equipo Champions, el Sevilla afronta el reto de dar un golpe de mano en el gran escaparate. Son varias las circunstancias que apoyan dicha tesis, empezando por los pobres números del rival como local en Liga. Malos números que son producto de algo que jamás faltó a su cita en el Bernabéu, el gol. La falta de acierto es la causa de que aquello no sea el reducto inexpugnable habitual.

Se producen otras circunstancias que dan mucho pie al optimismo. La primera de todas, el agujero en defensa por la catarata de ausencias que han provocado sanciones y lesiones. Por ahí puede encontrar el Sevilla una vía expedita por la que intimidar a Keylor. Otra circunstancia que podría jugarle de cara es la celebración del quinto Balón de Oro a Cristiano Ronaldo. Esos fastos anticipados suelen ser malos compañeros de viaje y esta tarde podría confirmarse.

Por cierto, servidor de Dios y de usted no quisiera pecar de pesado, pero ¿no le parece un sarcasmo que Cristiano lleve los mismos balones áureos que Messi? De la gala en la Torre Eiffel me quedo con lo que Florentino Pérez le envió a Neymar diciéndole que en el Madrid tendría más fácil ser Balón de Oro. Seguro que sí, pues viendo cómo Cristiano ha igualado al mejor futbolista de la historia hay que llegar a la conclusión de que en el Madrid todo es más fácil de conseguir.

Dejemos los medios días y vayamos a uno tan entero como el de este primer sábado de diciembre. El Sevilla, con los deberes continentales rematados, llega al Bernabéu con la ilusión por bandera. La sensación de vísperas es que el zarpazo está más aparentemente asequible que casi nunca y celebrar la Navidad en la tabla ocupando Territorio Champions sería el mejor regalo para su gente. La ocasión la pintan inmejorable por la igualdad en la tabla y por sus circunstancias.