Tiene mérito, o narices, muchas narices, el juego que da la Semana Santa para que la tertulia no decaiga. Lo mismo da que la conversación sea en bañador cuando la calor aprieta en agosto que en este otoño disfrazado de verano que nos está tocando vivir. Así como hay chiringuitos que en plena canícula te hacen creer que estás en Casa Ricardo con ese vídeo sinfín de pasos entrando o saliendo, la otra noche en una terraza chipionera pude escuchar cómo se debatía sobre la presencia del Cautivo de Torreblanca en el viacrucis de las hermandades. Un tertuliano torcía por la bondad de la medida del Consejo mientras que otro no estaba muy de acuerdo porque todo lo que está fuera de la Sevilla eterna ni es Sevilla ni nada que se le parezca. Cuestión de pareceres, libertad de expresión, pero hay que ver el juego que da la Semana Santa en cualquier sitio y en cualquier fecha.

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