La ventana

Luis Carlos Peris

Siempre hubo clases, incluso en la privacidad

DENTRO de la errática política municipal que padecemos aparece un nuevo caso de incoherencia, el de la instalación de cámaras ocultas para perseguir a los clientes del negocio del sexo. Cuando los comerciantes del centro histórico intentaron colocar cámaras que, al menos, tuviesen un efecto coercitivo contra la delincuencia, el omnímodo hombre de la pipa se negó en redondo porque se atentaba a la privacidad de las personas. Por lo visto hay clases entre las privacidades, pues lo que no sirve para el delincuente martillo de comerciantes resulta positivo para los que buscan los servicios de una profesional del sexo, que a falta de pan buenas son tortas, madre no hay más que una y a ti te encontré en la calle. Y ahí anda don Alfredo, a la busca y captura de socios que le ayuden a alcanzar el consenso para la cosa. A ver qué opina ahora sobre la privacidad su socio principal, el omnímodo tío de la pipa.

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