La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Silencio, mesura y cordura

Se abusa de vía crucis, rosarios, salidas o ensayos que convierten lo extraordinario en (literalmente) ordinario

En los pasillos de las clínicas era frecuente ver la fotografía de una enfermera pidiendo silencio. Sería bueno que en las redacciones de los medios, las casas de hermandad, las sacristías y el Consejo de Cofradías se colocara una foto parecida pidiendo silencio. Y tal vez incluso otra del muñeco majareta del zafarrancho Vilima -que tocaba una trompeta tocado con un gorro de papel de periódico adornado por un plumero- pidiendo sentido común, cordura y mesura. Porque, como recordaba don Quijote a Sancho, "toda afectación es mala".

Silencio y mesura imponen hoy en sus besamanos y besapiés las imágenes del Calvario, Fundación y el Señor con la Cruz al Hombro del Valle. Silencio y mesura impuso el Gran Poder a Sevilla entera cuando hizo en noviembre su salida en todos los sentidos extraordinaria. Otros cultos hay hoy, dos de ellos muy míos, pero permítaseme nombrar sólo estas cuatro imágenes por su capacidad para imponer ese silencio sin el que son imposibles la cordura, la sensatez y la mesura de las que tan urgentemente está necesitada la cada vez más ruidosa, loca y afectada Semana Santa que en vez de siete días dura diez; a los que hay que sumar el menudeo de procesiones, traslados, rosarios, coronaciones o vía crucis que dura todo el año. También decía don Quijote: "Primeramente has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada". Palabras tan ciertas como sus contrarias: sin temor de Dios no hay sabiduría cofrade y sin ella no se puede acertar en nada.

Baste como ejemplo el tsunami de vía crucis. ¿Cuántos con tres días y medio de historia se han convertido ya en "tradiciones"? ¿Cuántos salen? Ha sentado como un tiro que el arzobispo diga que "no debemos provocar demasiados trastornos en la vía pública" porque "a veces hay un clamor de los representantes de la sociedad civil por el exceso de procesiones extraordinarias y vía crucis". Pero tiene razón. Aunque es cierto que no faltan progre-memos a los que les molesta todo lo que tenga que ver con la religión -hasta el sonido de las campanas- y querrían arrojar del espacio público cualquier manifestación religiosa por pocas que hubiera, también lo es que se abusa de vía crucis, rosarios, salidas extraordinarias o ensayos que causan innecesarias molestias a los ciudadanos. Y que sobre todo dañan a las hermandades al convertir lo extraordinario en (literalmente) ordinario.

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