DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

EL alcalde - que, por cierto, ha admitido ya públicamente lo que adelantó este periódico: que la línea 3 del Metro discurrirá parcialmente en superficie- ha sentado como nueva doctrina oficial de su tercer mandato el principio de que lo importante no es ya acabar las obras en plazo, sino acabarlas bien. La segunda cuestión, el que las obras deben ser bien acabadas, es como el valor en el servicio militar, que se supone, salvo que al expresar este deseo el alcalde estuviera admitiendo implícitamente lo contrario: que las obras se acaban de forma chapucera (¿cuántas losas se han tenido que cambiar ya en, por ejemplo, la Plaza Nueva y la Avenida?). Y en cuanto a la primera cuestión, la de acabar o no las obras en plazo, pues eso justamente define la capacidad de gestión de una Administración Pública ante los ciudadanos, que la eligen por un periodo concreto para que cumpla en ese tiempo un programa electoral y sus ulteriores promesas. Si un gobierno incumple los plazos de ejecución de los proyectos está incumpliendo realmente el contrato-programa firmado con los ciudadanos en las urnas y , por consiguiente, demostrando incapacidad de gestión y dando argumentos para que le puedan pasar factura en las siguientes elecciones. Monteseirín verá si es éste el mensaje más conveniente a sus intereses electorales y a los del partido al que representa, porque creemos que tiene difícil justificación decirle a los vecinos y arruinados comerciantes de la avenida República Argentina que no importan los tres años de retraso en las obras del Metro, sino acabarlas bien; o a los placeros de la Encarnación, que las setas se acabarán cuando se tengan que acabar; o a los vecinos de Alcosa, con la reurbanización pendiente desde 1995 (como recordaba ayer mismo el Defensor del Pueblo), que los plazos de ejecución no son elementos fundamentales; o a los de la Alameda, donde el año de retraso acumulado (última estimación) impide a los hosteleros saber si van a poder utilizar o no veladores, vitales para su negocio . Monteseirín proclama ahora que su medida temporal ha pasado a ser el decenio, pero olvida que en Democracia son los ciudadanos los que marcan los plazos y no ad calendas graecas, sino cada 4 años.

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