NO sólo hay que cambiar el modelo productivo. Tanto o más debe transformarse el modelo administrativo. Los organismos públicos tienen alergia a la eficacia y al ahorro. El colmo del sobrecoste llegará en forma de factura con muchos ceros si se cumple la sugerencia del presidente Griñán de recurrir a una tasación independiente para fijar el valor real de los solares con los que el Gobierno central y la Junta de Andalucía quieren zanjar el pago de la llamada deuda histórica. Para enjugar la cifra de 748 millones hay una diferencia de 100 millones entre la calculadora de Madrid y la de Sevilla. Y eso que tienen el logo del mismo partido.

Después de décadas hablando del agravio a Andalucía en la prestación de servicios y en las inversiones por número de habitantes, el asunto tiene ribetes de pantomima. Se juega con los suelos y los inmuebles para cuadrar lo que políticamente convenga, y se le atribuye el precio que mejor encaje en una determinada coyuntura, pese a que se trata de los bienes cuya estimación es la más ficticia hoy en día en el mercado porque todo está sobrevalorado. Lo dice el Banco de España, que algo sabe de cifras y letras.

Elena Salgado y Carmen Martínez Aguayo no deberían recurrir ni a una consultora ni a una Corte de Arbitraje para fijar cuánto vale hoy el Pabellón del Futuro a tenor de su pasado y su presente. O el antiguo Centro de Prensa de la Expo 92, o el Teatro Central. Hacienda somos todos, y si con el cuerpo de técnicos de los gobiernos central y autonómico no se establece un precio justo en un asunto de Estado, mejor será pedir que a las próximas elecciones presenten sus listas de candidatos Deloitte, Ernst & Young y Price Waterhouse.

La única matemática coincidente en Moncloa y San Telmo es sumar los incumplimientos del PP con Andalucía cuando gobernaba Aznar. Ciertos son, pero ya cansa la cantinela. Por favor, agilicen la firma del acuerdo, antes de que sea papel mojado con la próxima riada.