TERCER Balón de Oro consecutivo para Messi y lección de amistad y de compañerismo al ofrecérselo a Xavi, que no es menos merecedor de él. Aunque prevista, la noticia ya no está en dicho galardón y en haber igualado el récord de balones dorados, sino en la certidumbre de que, si no media una mala decisión del destino, no será el último, de que atesorará más de tres balones en sus nutridísimas vitrinas. Pero el fútbol no se para y si ayer hubo ya tres cuartofinalistas de Copa del Rey para esta noche se programa un apasionante Sevilla-Valencia, que es la eliminatoria estrella de estos octavos desde que el bombo habló.

Parte el Sevilla con el hándicap de un gol y con la inquietud de cuánto será capaz de aguantar la grada si las cosas tardan en enderezarse. He ahí la cuestión para esta noche de invierno en que el equipo comparece después de una serie de tropiezos que hacen temer por una dinámica nefasta. En condiciones de normalidad, el gol de Jonas no debería suponer un muro infranqueable. De hecho, ni siquiera en las condiciones actuales de desánimo por la trayectoria reciente, debería suponer un obstáculo insuperable para un Sevilla que no tiene por qué considerarse inferior a ese Valencia que tantos agravios más o menos recientes enarbola para motivarse.

Sale el Sevilla con casi todo esta noche frente al Valencia. Casi todo porque no estará Palop, que iba ganando en posibilidades de titularidad a la vez que disminuían o desaparecían los milagros de Javi Varas. En ese casi todo están Reyes y Kanoute, que no creo que Marcelino vaya a permitirse el lujo de dejar al gigante en el banquillo. Ningún día más importante que hoy para salir con las mejores galas posibles y no cabe la menor duda de que entre los más lujosos ropajes de este Sevilla se encuentra Kanoute. Kanoute, Navas, Reyes, Negredo... bastantes, suficientes, cuerdas para que el violín suene como es debido y el Sevilla supere las dificultades que le separan de cuartos.