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Bicheo por la TDT

fátima Díaz

Soñando comida

COMER alimentos enormes es un sueño que todo niño que se precie ha tenido alguna vez. Sobre todo los glotones. ¿Conocen el cuento de Hansel y Gretel y la famosa casita de chocolate y dulce? Pues recrea a la perfección lo que quiero dar a entender. De ahí lo bien que casan los programas de cocina con la televisión. Nos hacen sacar al niño que todos llevamos dentro. Sencillos de realizar, baratos, divulgativos y muy adictivos, los espacios cuyo contenido se basa en la gastronomía proliferan en la TDT. El enésimo se llama Espectaculares y comestibles (Heston's Fantastical Food), en Energy, el canal que empezó como una cadena 'masculina' con los deportes y los programas de acción como protagonistas que últimamente parece estar experimentando una curiosa transformación al abrir su abanico hacia ofertas que interesan a todo tipo de públicos.

En Espectaculares y comestibles la estrella es Heston Blumenthal, un prestigioso chef, dueño de The Fat Duck, uno de los pocos restaurantes ingleses que ha conseguido tres estrellas Michelín. Como todos los talentos culinarios, Blumenthal es un tipo lleno de inquietudes gastronómicas, al que le interesa la experimentación y probar con nuevos productos. En esta línea ha llegado a concebir platos tan increíbles como los que prepara en Espectaculares y comestibles. Espectaculares e increíbles por su tamaño, pues de lo que se trata es de hacer comida gigantesca, como por ejemplo una enorme taza de té o una empanada gigante. Su idea es llamar la atención del público acerca de las costumbres gastronómicas inglesas y, por supuesto, disparar la imaginación de sus comensales, embarcados de esta manera en un divertido juego que los devuelve directamente a la infancia.

Simpático, cercano y amable, el chef Heston Blumenthal condensa buena parte del éxito del programa. Blumenthal sabe jugar perfectamente con el entusiasmo gastronómico de los espectadores. Lo potencia despertando a ese niño que todos llevamos dentro, deseoso de ver cosas fantásticas que se retengan por siempre en su memoria.

Nunca ha hecho una paella gigantesca o un bocadillo kilométrico, no se llamen a engaño. Lo que sí ha organizado es una auténtica orgía de chucherías, golosinas y dulces de todas las clases y sabores, decorando una casa para que albergara tan deliciosa exposición y ofreciendo experiencias que mezclaban todos los sentidos. Un verdadero Charlie y la fábrica del chocolate. Nada que ver con los emplastos de Comidas sobre ruedas o los atracones inverosímiles de Crónicas carnívoras. La perfección para todo Hansel y Gretel que sueña con comida.

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