TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

'Spain is different'

LA imagen-país es una especie de fachada imaginaria que se ve por lo común desde el exterior de una nación. Aznar presumía de haber situado a España en el escalón más alto. Zapatero se hace un hueco en los foros mundiales y exhibe, más allá de nuestras fronteras, las energías renovables, las infraestructuras ferroviarias y las obras públicas como fortalezas económicas. La confianza de un país depende de la credibilidad que transmite. El peor coche alemán siempre parecerá más fiable que el mejor coreano.

No hace mucho, The Economist publicaba un artículo -"Big in America?"- que cuestionaba las posibilidades de las empresas españolas en los escenarios globales y, más concretamente, en la América de Obama que promueve un cambio hacia la sostenibilidad en el sistema productivo. Para el semanario británico, "los estereotipos de los toros y el flamenco" merman las oportunidades, aunque ya no sean los rasgos distintivos de la mayoría de los españoles.

Al mantenimiento de esos estereotipos contribuyen expresiones festivas que se perciben exóticas, cuando no poco civilizadas, aunque es determinante en ello el altavoz que los medios ponen a algunos claroscuros de nuestra identidad. Las escenas que cada año recorren el mundo durante los sanfermines no son la imagen positiva de un país que reclama liderazgos económicos y culturales. Como no lo son aquellas otras que muestran a España en festejos multitudinarios, sin contrastes de modernidad, dejando la mejor cara para la expresión diferencial de comunidades como Cataluña…

Pero si no son afortunadas esas estampas de llanto y jolgorio para la interlocución de un país que busca una mayor competitividad exterior, menos su pertinencia interior, cuando la población se sacude, poco a poco, los tópicos que visten su memoria. El regodeo de la televisión en los minutos finales del hombre muerto por un toro aumenta el sufrimiento de los familiares de la víctima, al tiempo que traslada a la ciudadanía, también a los menores, contenidos con ausencia manifiesta de criterios éticos. Se han repetido hasta la saciedad imágenes terribles, ajenas a la lógica de la libertad de expresión y el derecho a la información.

Se mira hacia el lado oscuro de la España trágica, donde el riesgo de la vida marca con sangre y luto la construcción de nuestra historia. No hay razón que justifique la magnificación de una fiesta que no es la mejor ni la más ejemplar de España, y mucho menos el tratamiento mediático que cosifica la muerte de un ser humano como carnaza para la captación de la audiencia. Con todo ello también se mantiene, de algún modo, el espíritu retrógrado que ilustró la imagen-país del franquismo con el Spain is different.

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