LO bueno de que la Mesa del Congreso de los Diputados le haya denegado a Amaiur la posibilidad de tener grupo parlamentario propio es que, salvo recurrir, no les queda más remedio que aguantarse e integrarse en el Grupo Mixto con otra docena de diputados heterogéneos.

No es ninguna broma. Al verse obligados a participar en la vida democrática, los antiguos amigos de ETA y sus compañeros de viaje que han formado Amaiur tienen que aprender a aceptar las reglas del juego y atenerse a leyes y reglamentos, como todos los demás. Su concepción del País Vasco es sólo una más entre otras muchas, con la representación que los vascos le dan en las urnas, que será derrotada a veces por una mayoría contraria sin que puedan imponerla con amenazas ni chantajes. Les toca aguantarse, como hace el resto de los partidos y coaliciones cuando no consiguen sus objetivos políticos.

En este caso, el objetivo de Amaiur era formar un grupo parlamentario específicamente suyo, lo cual resulta muy rentable en todos los sentidos (disponer de 28.000 euros al mes más 1.645 euros por cada diputado y voz propia en todos los debates, por poner sólo dos ejemplos). El reglamento del Congreso no lo permite: Amaiur logró más del 15% de votos exigido en las tres provincias vascas, pero no en la de Navarra. Pero tampoco se lo permitía al partido de Rosa Díez (UPyD), que alcanzó cinco escaños y el 4,69% de votos a nivel nacional frente al 5% que el reglamento contempla como requisito alternativo.

Lo que pasa es que el derecho parlamentario suele construirse bastante desde la costumbre, y la costumbre en la España democrática ha sido una interpretación flexible de la norma. Ello ha permitido en el pasado estratagemas tales como prestarse diputados temporalmente unos partidos a otros (tránsfugas de ida y vuelta, podríamos decir) hasta completar el cupo necesario para que uno de ellos pudiera formar grupo. Se hizo con Coalición Canaria, IU y ERC. Es lo que ha practicado ahora el citado UPyD de Rosa Díez, que ha echado mano del parlamentario asturiano del partidito personalista de Álvarez-Cascos.

Se puede entender que son fraudes de ley menores, que se aceptan porque persiguen respetar el pluralismo político y asegurar la máxima representatividad del Parlamento. También lo era la treta de Amaiur de hacer que su diputado navarro no compareciera en la sesión constitutiva del Congreso y así cumplir formalmente el reglamento con los otros seis. El PP no lo ha aceptado. Creo que debió hacerlo. Para no alentar el victimismo de los abertzales y porque si se les ha dejado por ley concurrir a las elecciones hay que tratarlos como a los otros grupos, ni mejor ni peor.

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