Construcción

Ana / Uruñuela / Economista Y Controller de Dolmen Consulting Inmobiliario

Subcontratación sostenible

La apuesta por el desarrollo de una política de fidelización de contratas en el sector inmobiliario rinde sus frutos en momentos de turbulencias como los que se están viviendo actualmente

EN los tiempos revueltos que corren se hace más necesario que nunca revisar las relaciones que las empresa inmobiliarias tienen con sus contratas. La fidelización y la apuesta por estrategias de subcontratación sostenibles son hoy básicas, tanto para promotores como para proveedores, para atravesar las turbulencias lo mejor posible.

Tradicionalmente, la estructura de contratación en la obra se ha caracterizado por un sinfín de eslabones en la cadena, lo que ha derivado en índices de siniestralidad y precariedad laboral demasiado elevados y ha motivado que el grueso del sector sea señalado como indeseable por la opinión pública. Con la ley 32/2006 para regular la subcontratación en la construcción se intentó dar respuesta a esta situación mediante el establecimiento de medidas de control, como la limitación de los niveles de subcontratación a tres, salvo existencia de causas objetivas y justificadas, o el requerimiento a las contratas de unas condiciones mínimas de calidad, solvencia y formación de sus trabajadores en materia de prevención de riesgos laborales.

La práctica habitual en el sector es contar con una única empresa contratista, el mal llamado "constructor", que es el responsable de subcontratar los diferentes oficios, dando pie a una cadena con tantos eslabones como permite la ley. Sin embargo, es también posible que sea el propio promotor el que contrate directamente los distintos oficios, lo cual supone un mayor control del trabajo en la obra y un mayor conocimiento de las empresas que realmente llevan a cabo los trabajos, aunque también supone un mayor esfuerzo organizativo y administrativo en todos los niveles.

Para que esta política de contratación funcione, es imprescindible que el promotor intensifique su presencia directa en la obra. La proliferación de requisitos que ha traído consigo la aprobación de diferentes normas en los últimos meses ha hecho aún más importante el apoyo a pie de obra con el fin de recopilar toda la documentación necesaria para llevar el control apropiado en aspectos de tanta importancia como, por ejemplo, la seguridad.

En el contexto de crisis inmobiliaria y financiera en el que nos encontramos, se pone de manifiesto que, además de ser acertado el acento en el control de la documentación administrativa, también ha demostrado ser valiosa la estrategia de fidelización de las empresas contratistas. En lugar de seguir criterios oportunistas, el apostar por las relaciones a largo plazo, cuidando a los contratistas y tratando de establecer mecanismos de resolución de problemas que impidan la ruptura por causas ajenas al buen desempeño del trabajo, está dejando ver sus frutos en estos meses.

Dentro de esta filosofía, en la que se han basado empresas como Dolmen, tiene gran trascendencia la atención al desarrollo o crecimiento sostenible de las contratistas o subcontratistas, es decir, el cuidar que el volumen de obras que se contratan con una empresa no esté por encima de sus posibilidades, con el consiguiente riesgo de colapso. El análisis y monitorización de la solvencia e incluso de la gestión administrativa han demostrado ser eficaces herramientas para la toma de decisiones a la hora de determinar los volúmenes que pueden asumir cada una de las empresas.

La crisis financiera ha inducido a que las entidades cierren muchas de las líneas de anticipos de cobros de las que se nutrían las sociedades y profesionales del sector para hacer frente a sus pagos. Si incluso las empresas de mayor volumen y mayor solvencia financiera se han visto afectadas y han notado el impacto, no es difícil entender cómo esto ha supuesto el colapso total y el cierre para aquellas empresas más pequeñas, sin capacidad para afrontar, en muchos casos, la supresión total y sorpresiva de sus fuentes de financiación.

No han sido pocas las contratistas y subcontratistas que están pudiendo superar esta crisis, gracias a la larga relación que les une con sus promotoras y que ha posibilitado que les puedan ofrecer, de una manera u otra, una salida o una intermediación para acceder a financiación a la que no tenían acceso.

A lo mejor algunos creen que esta estrecha relación beneficia únicamente a las empresas contratadas, pero nada más lejos de la realidad. Las promotoras que siguen este modelo de gestión se ven favorecidas por el buen hacer de las contratistas y por mejores precios, que pueden ser ofertados gracias al volumen más elevado de trabajo y a la seguridad de cobro y de planificación a largo plazo. Además, esta buena relación permite contar con el apoyo de una contrata en caso de emergencia. En los duros tiempos que corren, las empresas que han apostado por esta estrategia, muchas veces nadando en contra de la corriente general de buscar al mejor postor, se encuentran en una posición de ventaja para afrontar la vorágine actual.

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