Nada fue igual. No hubo voces insultando a los miembros de la candidatura no elegida y los pocos aplausos que se iniciaron fueron cortados con siseos. No se corearon nombres de los candidatos ganadores. Sólo hubo un viva, y fue a la Virgen de la Esperanza. No habrá cabezas cortadas, ni destituciones de castigo. El domingo pasado no se decidía sólo una junta de gobierno, sino un modelo. Los resultados de la votación no afectaban únicamente a los próximos cuatro años, sino a una generación. No se trataba sólo del futuro de la Hermandad de la Macarena, sino también de los de la Madrugada y la Semana Santa. Porque esta Hermandad es un espejo en el que muchas de miran.
"Dios está en los detalles": la frase atribuida a Flaubert es aquí cierta. La Macarena está en los detalles que sumándose crean el mundo tan cuidadosamente construido en torno a Ella para que todo sea reflejo de su luz. Un teólogo escribió que Jesús reveló a Dios, no diciéndolo como hicieron los profetas, sino siéndolo. En la Macarena la Esperanza no se dice, se aparece, se muestra. Por eso los detalles son tan importantes. En la Macarena la priostía es una hermeneútica, la interpretación esclarecedora de un texto sagrado. Y ese texto es la imagen de la Virgen, la única de Sevilla que a través de la forma hace visible una virtud teologal.
Pensemos en la luminosa transfiguración de la Hermandad en cofradía como multiplicación de la Esperanza en un prodigioso juego de espejos. Desde el clasicismo de la Centuria Chica hasta el repertorio del Carmen de Salteras, pasando por la naturalidad de los nazarenos y de la Centuria -¡que no son cortejo de ruán y esparto!-, y la forma seriamente alegre y elegante de llevar los pasos. El legado del siglo que va de Enrique Senra a Pepe Hidalgo -el tesoro de las cornetas y tambores puras, la preciosa herencia de Escámez, la Policía Armada y Patón, que ya sólo la Centuria y Esencia conservan-, que va de Farfán y Cebrián a Abel Moreno pasando por Gámez Laserna, Morales y Braña.
Todo debe ser cuidadosamente preservado. Está en juego lo más auténtico de la herencia de la Semana Santa popular. Éste es el frágil y a la vez fuerte monumento efímero que se debe conservar y restaurar en lo que se haya dañado. Por eso, además de por la vida interna de la Hermandad, eran tan importantes estas elecciones y fueron las de mayor participación en la historia de la Semana Santa. Continuará.
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